domingo, 13 de julio de 2014

..a.t.e.n.c.i.ó.n..p.l.e.n.a..


para dpr,
por su amor, su generosidad y su guía

Observa tu mente.
Permanece en el momento presente.
Observa tu mente.
Permanece en el momento presente.
Y cuando de te des cuenta que has dejado de hacerlo, vuelve a observar tu mente.

Esta sería una manera de expresar las instrucciones que he recibido para la práctica de la atención plena (también traducida como presencia mental, término que me gusta aun más) en el contexto de la meditación de la tradición budista, emparentada obviamente con muchas otras tradiciones espirituales.

También me han explicado cómo la práctica formal (sentarse en el cojín a estar presente con la propia respiración) es una preparación para la práctica en la "vida real" o posmeditación, es decir, para cuando salimos de nuestro lugar seguro y nos enfrentamos a las emociones y pensamientos más o menos afligidos en el día a día.

Llevo muchos años siguiendo estas instrucciones, con una disciplina que merecería mejorar, eso que ni qué. Pero de pronto, hay momentos en que sin proponérmelo logro estar atenta a mi mente y no reaccionar de forma habitual. Como ayer, por ejemplo, cuando por azares del destino (o simples cuestiones de la vida) se me disparó mi viejísimo y conocidísmo patrón de sentirme abandonada.

¿Cómo se expresa? Con mal humor, enojo sin aparente motivación, indignación con aparente justificación y una serie de pensamientos que como cascada se apoderan de mi espacio mental. ¿Qué hacer? Observar mi mente y permanecer en el momento presente, viendo los pensamientos sin ceder a la tentación de montarme en la montaña rusa de la trama que proponen. ¿Y luego? Repetir la operación, hasta que los propios pensamientos empiezan a liberarse a sí mismos, es decir, pasan, pues no hay nada que los alimente (ni el apego ni el rechazo). ¿El resultado? Paz, por momentánea que sea, liberación del yugo de la mente obsesiva y controladora, del yo, pues, que se cree tan importante, cuando en realidad ni siquiera existe. ¿El corolario? Un profundísimo agradecimiento a mis maestros y a todos los seres que me acompañan en la vida y me permiten trabajar con mis patrones habituales, irme liberando a paso a paso.

para jri,
porque a su lado me convierto en una mejor persona
para sbi,
porque desde hace casi 18 años me reta a enfrentarme con mi mente todo el tiempo

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