domingo, 4 de marzo de 2018

Tiempo de jacarandas


Como cada año.
Comienzan tímidas en febrero (y a mí me da por pensar que así se quedarán).
Y luego llega marzo y los manchones morados invaden la ciudad.
Y vendrá abril. Y seguirán. Y habrá alfombras de flores en las calles.

Y me sorprende, cuando les pregunto a mis alumnos si han visto las jacarandas, que me respondan con otra pregunta: «¿Qué son jacarandas?»
Pobres, pienso, nadie se las ha enseñado.

Y me sorprende que una de mis compañeras de trabajo las odie porque le dan alergia.
«¿Cómo se puede odiar algo tan bello?», me pregunto.

Y averiguo que así, con el acento en la penúltima sílaba, se les llama en México, en Honduras y en El Salvador. Que en los demás países son agudas: jacarandás, del guaraní, yacarandá.




Y aquí una de las primeras que atrapé este año en el espejo 
retrovisor de mi Antuanito.



Y acá, al fondo, en la barranca al final de los edificios donde vivo, ese manchón morado inconfundible.









Y esta, entre cables, afuera de mi consultorio.






Y recuerdo que fue Tatsugoro Matsumoto, uno de los primeros inmigrantes japoneses que llegaron a América Latina (al Perú, primero, y luego a México), quien las introdujo en nuestro país. Y lo gugleo y me entero, también, de que la idea original era llenar la Ciudad de México de flores de cerezo, como se había logrado en Washington con los 3 mil árboles de cerezo que, a principios del siglo pasado, les regaló el alcalde de Tokio, Yukio Ozaki.

Pero Matsumoto advirtió que eso no pasaría en la capital mexicana, pues acá no había el cambio brusco de temperatura entre el invierno y la primavera que necesita el cerezo para florear. Y entonces sugirió las jacarandas (que él había traído de Brasil y reproducido en sus viveros). Este árbol, dijo, tendría las condiciones climatológicas adecuadas para florecer al princpio de la primavera y sus flores, dijo también, durarían más dada la ausencia de lluvia en la Ciudad de México en esa época. Y así fue. Los árboles morados se adaptaron tan bien que ahora se consideran flora nativa.


Y a mí, además, me han acompañado en diversas momentos.
De amor.
Y de desamor.
Como esta, que hoy cuelga en un muro de mi casa.
Pintada hace 21 años.
Mi regalo en mi primer cumpleaños ya con Santiago a mi lado.


Para mi más claro amor, su jacaranda en flor.

2 comentarios:

  1. Coincido, como en otros gustos,contigo. Las amo y ahora,cuando las vea, me harán tenerte en mente.

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