martes, 28 de febrero de 2023

Cuando miro hacia el pasado, solo veo cosas...

(tomo prestado el comienzo de un poema de Marosa de Giorgio)


Cuando miro al pasado, solo veo cosas transparentes: la silueta de mi mamá frente a las cortinas cerradas de su cuarto, el que compartía con mi papá; la mano de mi abuelo Óscar posada por la enfermera sobre el barandal de la cama de hospital, día tras día, durante 9 años; la calva de mi papá, que escondió bajo un bisoñé hasta que cumplió los 50; la ventana del departamento de Uxmal que daba al jardín de atrás, tan gris, tan cuadrado; relaciones incestuosas; la furia de mi hermano, su frustración, la puñalada que le asestó a Hipólito; la mirada ecuánime de Carmen, la mujer de Oaxaca que vivía y trabajaba en nuestra casa y que se avergonzaba de hablar zapoteco; la mano de mi papá jalándome el pelo mientras yo estaba sentada en la cabecera opuesta a la suya en la mesa del comedor de mi abuela Adela, también en Uxmal; las horas interminables y calurosas en que leía misterios de Nancy Drew en el sofá de terciopelo color vino (¿o era de una tela negra estampada con flores blancas?) en la sala de la casa de Cuernavaca, el reino de mi abuela Rosa; la voz de Mari Trini brotando del contacto entre la aguja y el elepé tocado mil veces: en un tornamesa portátil (en Cuernavaca) o en el aparato más sofisticado de mi papá (en México); la frialdad de mi abuela Rosa cuando me dijo que tendría 7 años de mala suerte después de le rompiera, sin querer, un espejo en su cuarto (a mi 7 años); la mirada suave, con sabor a café con leche, de mi tía Olga


(y le agradezco a Sara, que me presentó a Marosa di Giorgio)



sábado, 25 de febrero de 2023

Invitado: Kalu Rinpoché


Nuestro mayor enemigo


Los textos budistas no exageran cuando dicen que nuestro mayor enemigo es aferrarnos a un yo. ¿Por qué? Estamos atrapados en una situación donde la mente es incapaz de experimentar directamente su propio vacío esencial y, en cambio, afirma un yo que debe ser sostenido. Así, desarrollamos todas las necesidades y deseos que deben gratificarse para sostener semejante yo. El sufrimiento proviene de la búsqueda interminable para satisfacer lo que no puede satisfacerse. "Yo" lleva a "yo soy" que lleva a "yo quiero" y así sucesivamente.


atardece: es efímero
















Original en inglés y fuente, aquí.
Traducción al español e imagen, mías.

jueves, 23 de febrero de 2023

El Popo 2

Bueno, dos con este título exacto, pero el volcán se cuela por muchos lugares en este blog, como lo hace en mi vida. No me canso de verlo. Ni de fotografiarlo. Ni de hablarle en silencio. Es una suerte de protector, mío, de mi gente, de las enseñanzas del Buda (o lo será, pues). Acá, a finales del 2015, hablé de su presencia constante en mi vida.

Yo no soy de esas gentes que edita-mejora-recorta (trabaja, pues) sus fotos. Primero porque no tengo idea cómo (soy completamente analfabeta en programas como photoshop, por ejemplo) y segundo porque prefiero quedarme con las fotos tal y como salen (como cuando eran de papel) y escoger las que más me gustan.

Esto así hasta que salí a caminar por Chimal hace un par de domingos, bastante de mañana, después de una no muy buena noche de sueño. Mi cámara iba en las últimas de la batería: sacaba una foto y se apagaba. Tenía que dejarla recargar, engañarla unos minutos, antes de poder sacar otra y no me podía dar el lujo de cuidar mucho el enfoque ni el encuadre ni la luz. 

Y entonces, pasando una pared me encontré con el Popo: como recién salido de la mañana, casi de la tierra. Pero las fotos que le robé a la cámara moribunda no le hicieron justicia. No pude detenerme a enfocar con paciencia y cuidado y buscar un ángulo mejor. Cuando las descargué a mi máquina se me ocurrió jugar un poco editándolas con el mismo programa (creo) que las transfiere de mi máquina a mi laptop. (A lo mejor estoy diciendo un sinsentido total.)

Moví el cursor en brillo, contraste, sombras y un montón de parámetros más y logré que el Popo se hiciera un poco más presente en las imágenes, allá al fondo, con su fumarola. Su compañía en mi caminata alivió el malestar que había salido a pasear conmigo y me dio gusto rescatar su retrato con más claridad: 



Y luego, hace una semana justa, me fui a Tepoz al dentista, sin saber que mi coche me dejaría tirada allá y que se quedaría por lo menos hasta hoy, pues no he podido traerlo de vuelta. En el camino de ida, me volví a encontrar al Popo, mi protector sin duda, y le saqué una foto mientras iba al volante. En este caso, cuando descargué la foto me encontré con que en primer plano había mucha basura visual y probé con recortar la imagen, pensando que el Popo  bien merece la edición. He aquí, pues, esas capas de montes, desde el Tepozteco hasta el volcán, que me acompañaron, también, en el camino:



Gracias, Popo, por estar siempre
y ayudarme a conectar con ese lugar de ecuanimidad y calma
dentro de mí.

martes, 21 de febrero de 2023

¡Feliz Losar!

 



En este momento de cambio natural, cuando emergen un año y elemento nuevos
Que surjan cambios inspiradores —cosas auspiciosas y buenas cosechas—
Démonos cuenta del aspecto más profundo del cambio: la verdadera naturaleza inmutable de la mente,
Y, a través de ello, que el bienestar y la excelencia para nosotros y los demás estén presentes.


En los albores del año del conejo femenino de agua, Dechen Longdrol (Dzogchen Ponlop Rinpoché) hizo esta aspiración extemporánea. Que la virtud y la bondad aumenten.


Dzogchen Ponlop Rinpoché, Dilyak Drupon Rinpoché y la sangha de Nalandabodhi Internacional te desean un año del conejo de agua 2023 feliz, sano y próspero.

¡Feliz Losar!


drawing by st sch



sábado, 18 de febrero de 2023

"La felicidad del agua"



















Es el título del cuento que da nombre a esta obra escrita por mi amiga Joana Delgado Casanovas. Me tienta contar la historia de mi relación con Joana, pero eso quedará para otra ocasión, porque esta entrada se trata de la publicación de su primera colección de cuentos. Algo
muy emocionante y merecidísimo. 

Como vivo del otro lado del mar, no he tenido la fortuna de tener el libro en mis manos todavía, pero conozco la mayoría, si no es que todos, los relatos que lo componen. Yo me hice fan de Joana desde que leí su primer cuento, en aquel taller de escritura en que coincidimos hace alguna vidas.

Quedé fascinada por la limpieza de su escritura. Sus palabras son precisas, nunca una de más, y claras, de modo tal que las metáforas y las comparaciones que nos propone se van entretejiendo sin que apenas las notemos. Simplemente recibimos el impacto de su significación: nos abren puertas alternativas al mundo cotidiano, a las experiencias de todos los días. Me parece que así es la buena literatura: no se notan el esfuerzo, la entrega y la disciplina que subyacen al texto, parece que su escritura no ha costado nada, pero la destreza en su construcción nos ofrece espacios e historias donde nos gustaría quedarnos a vivir o donde ya hemos vivido y lo recordamos a través de la lectura.

Los personajes de Joana podemos ser nosotros mismos o nuestros conocidos, alguna vecina o un primo olvidado. Son gente común y corriente, tan genuinamente locales que nos llevan a una experiencia compartida, más allá de las fronteras. Y sí, Barcelona está de fondo, a veces como un presencia más: Sant Jordi, la piscina comunitaria del barrio, la casa que cruje de tan triste, un hotel con vistas a la playa o el Hospital del Mar. 








Esta colección de 13 relatos se publicó en diciembre de 2022, como una suerte de regalo de la temporada, bajo el sello Con M de Mujer, un "proyecto editorial feminista, independiente y especializado". El libro s
e encuentra en librerías en España y se puede encargar en la página web de la propia editorial. 

Mientras van y lo buscan y disfrutan las palabras de Joana, yo les cuento cómo nos encontramos ella y yo en persona (después de años de hacerlo con un océano de por medio): Yo caminaba adentro de la Librería Cervantes y Compañía en la Calle del Pez en Madrid y miraba hacia afuera; ella caminaba en la calle y miraba hacia adentro. Allí nos habíamos citado. Yo llegaba de México; ella, de Cuernavaca. Entonces nuestras miradas se encontraron a través del cristal. Y de ahí pasamos a un abrazo en la calle y nos fuimos a por un café, como si los hubiéramos estado tomando toda la vida. Luego fuimos juntas a la presentación de un antología de relatos donde cada una había colaborado con un texto. Fue el comienzo de una hermosa amistad.

martes, 14 de febrero de 2023

Invitada: Idea Vilariño


Ya no será

ya no
no viviremos juntos
no criaré a tu hijo
no coseré tu ropa
no te tendré de noche
no te besaré al irme
nunca sabrás quién fui
por qué me amaron otros.

No llegaré a saber
por qué ni cómo nunca
ni si era de verdad
lo que dijiste que era
ni quién fuiste
ni qué fui para ti
ni cómo hubiera sido
vivir juntos
querernos
esperarnos
estar.

Ya no soy más que yo
para siempre y tú
ya
no serás para mí
más que tú. Ya no estás
en un día futuro
no sabré dónde vives
con quién
ni si te acuerdas.
No me abrazarás nunca
como esa noche
nunca.

No volveré a tocarte.

No te veré morir.

jueves, 9 de febrero de 2023

Invitado: Chögyam Trungpa Rinpoché

 

Meditación sin culpa, meditación sin pelea


La práctica de meditación no es un método exótico o inalcanzable. Es inmediata y personal, e implica una relación íntima con nosotros mismos. Es llegar a conocernos, examinando nuestro proceso psicológico tal cual sin avergonzarnos de él. 

Con frecuencia somos críticos de nosotros mismos hasta el punto en que podemos convertirnos en nuestros propios enemigos. La meditación es una manera de finalizar es lucha, amigándonos con nosotros mismos. Entonces podríamos descubrir que no somos tan malos como creíamos o como nos dijeron que éramos. 

luz de la mañana trozos de mar















Original en inglés y fuente, aquí.
Traducción al español e imagen, mías.

miércoles, 8 de febrero de 2023

(...) anuló el envío de un mensaje.

Yo (obviamente) no crecí con redes sociales, o sea, feisbuc, instagram y demás parientes. El primer trabajo que hice en una computadora fue mi tesis de licenciatura; aunque más que hacerla (lo cual fue a mano en realidad), la capturé en la máquina de mi amiga Ángela, que es especialista en el tema de la informática. Para mí, era meramente una máquina de escribir muy sofisticda, a la cual tuve que aprender a perderle el miedo (primer paso para poder usarla con provecho, según la misma Ángela). 

Recién hará unos 20 años, más o menos, que empecé a usar el correo electrónico. Abrí mi cuenta de feisbuc allá por el 2009, calculo (en la misma época que inicié este blog), y la de instagram, apenas hace un par de años (y la uso sobre todo como álbum de fotos). No tengo teléfono inteligente, así que no tengo guatsap; telegram, sí, pero solo en mi máquina, que hoy es una laptop color arena (como mi Antuanito).

Este rollito para decir que sigo descifrando las sutilezas (nuances en inglés, qué bonita palabra) de la comunicación virtual.

Hace casi 5 años, escribí otra entrada en este blog donde hablaba de desamigar y bloquear. La de hoy es una suerte de continuación en este camino de comprender cómo nos relacionamos con los demás, sobre todo a la distancia.

Hasta hace una semana tuve una relación con alguien a quien conocí virtualmente (a través de sesiones de zoom, correos electrónicos, entradas de feisbuc e instagram y conversaciones a través de messenger ). Después de un año y pico de virtualidad, nos conocimos en persona en México y pasamos juntas 2 semanas a finales del año pasado y principios de este. Después de esos días, nos despedimos y retomamos nuestra comunicación virtual, aunque solo la escrita. (Se nos quedó pendiente una videollamada.)

Y entonces empezamos a malcomunicarnos. Entramos, creo yo, en el reino de la interpretación: la ausencia de comunicación no verbal (gestos del rostro y del cuerpo, tono de voz, silencios) nos llevó a imbuir las palabras que leíamos con nuestras propias proyecciones (miedos, expectativas, vivencias pasadas) y dejamos de ver a quien estaba del otro lado escribiendo. Quizás sea algo que sucede con frecuencia aun en la comunicación cara a cara, pero la virtualidad sin duda lo acentúa.

Este periplo posterior al viaje desembocó finalmente en que me desamigaran nuevamente. Dos veces: la clásica en feisbuc y la propia de instagram, que consiste en que te dejen de seguir y, en este caso en particular, que ya no pueda yo acceder a su cuenta, pues es privada. Como cuando te cierran la puerta en la cara. Y me volvió a doler, aunque dada la corrupción de nuestra comunicación, no me sorprendió. Me pasó por la cabeza dar yo el siguiente paso, el del bloqueo, pero de momento no me he decidido y no creo que merezca la pena.

Lo que más me sorprendió en todo este intercambio fue una sutileza más de la comunicación no verbal: la anulación de mensajes que ya habían sido enviados, recibidos y leídos. 

Para el verbo "anular", que proviene de "nulo", la RAE propone 4 acepciones. Las tres primeras me ayudan a entender el fenómeno:

1. tr. Dejar sin efecto una normaun acto o un contratoU. t. c. prnl.

2. tr. Suspender algo previamente anunciado o proyectadoU. t. c. prnl.

3. tr. Incapacitardesautorizar a alguienU. t. c. prnl.

Y sí, cuando alguien anula el envío de un mensaje, deja sin efecto las palabras que había dicho, suspende el significado de lo que ya había dicho, y desautoriza a quien las había recibido, retirándole su estimación. O es así, por lo menos, como yo lo viví.

Sentí feo, pues. Como cuando a una niña le dan un dulce y luego se lo quitan. Así, me quedé sin semillas de amistad, sin intenciones de encontrar una salida al enredo, sin su voz y sin la mía (en relación con ella, claro). Quizá lo más fuerte de esta comunicación sea la ambivalencia: el sí pero no al mismo tiempo, el te quiero pero no te quiero, el quiero pero no quiero. Y sé (ahora sí lo sé) que eso no tiene que ver conmigo sino con ella y que no debe ser fácil. 

Cierro hoy con las mismas palabras que usé en el 2018 porque siguen siendo válidas, porque son un buen recordatorio:

"En fin que, como vengo pensando desde hace mucho tiempo ya, el Facebook y demás redes sociales no son nocivas en sí mismas, sino que simplemente intensifican y magnifican nuestros patrones neuróticos habituales. Es ahí, me parece, donde está el origen del sufrimiento y ahí también donde podemos empezar a superarlos, recordando que los amigos y los enemigos no son tan diferentes como creemos, ni tan duradera ni sólida la etiqueta que les plantamos encima."

Y con una foto del gato de barro que ya florece:





domingo, 5 de febrero de 2023

Domingo de constitución

No es triste el día, sino yo la que estoy triste. Es parte del proceso. Supongo. Me intento convencer. Recuerdo que hace 29 años nos casamos Adrián y yo. Los aniversarios se me cuelan sin que me dé plena cuenta. Llegan. Se instalan y a veces, como hoy, resuenan con el presente. Ecos de soledad. De nieve helada. De soledad y de luz de primavera. De flores de jacaranda.

El 5 de febrero de 1994 fue sábado. Lo suponía y lo confirmo en gugle. Fue un día feliz, muy feliz. Soleado y de volcán. De baile sobre una tarima con agujas de pino. Y de mole y amigos. Lo recordamos durante los siguientes 9 años nomás y ya pasaron 20 de eso. Cómo se va la vida. Que ni qué.

Hoy me duele la amistad perdida, más que el amor no correspondido. Y está bien sentir lo que siento, me recuerdo, como se lo recuerdo a mis pacientes a menudo. 

El 5 de febrero de 1994 hice un bailecito raro, como dando una vuelta alrededor de Adrián,  cuando me tocó firmar el acta frente al juez. Usé, además, la Montblanc que me extendió mi hermano porque cómo iba a hacerlo con una bic cualquiera. Como si se pudiera otorgar seguridad a la vida con semejante gesto.

Mientras escribo, una sombra se empieza a levantar. Y el peso en mi pecho se aligera. Bendición inesperada.







El 5 de febrero de 1994 mi amiga Ángela me sacó una foto de novia. Adrián la tuvo, en un marco de barro azul —que no recuerdo si fue obsequio también de Ángela— sobre la mesa de su estudio, hasta que ya no la tuvo. Yo conservo un fragmento de esa foto, enmicada como marcador de libros. A veces sé dónde está y a veces la pierdo. Hoy la fotografío en mi balcón, junto a las Bolsita de Judas de Chimal. 

Hoy no te busco. Ni te persigo. Te pienso porque aún no puedo evitarlo. Pero descubro que puedo pensarte desde un espacio abierto. La constricción es una elaboración mental y es mía para soltar.

Hoy estoy triste, pero pasará.


viernes, 3 de febrero de 2023

Invitada: Pema Chödrön

 

Incertidumbre de la vida

 


Esta ansiedad o malestar de cara a la impermanencia no es algo que solo afecte a unos cuantos de nosotros; es un estado que todo lo permea y que comparten los seres humanos. Pero en lugar de sentirnos descorazonados por la ambigüedad, la incertidumbre de la vida, ¿y si la aceptáramos y nos relajáramos en ella? ¿Y si dijéramos: "Sí, así es como es la cosa; esto es lo que significa ser humano" y decidiéramos sentarnos y disfrutar del recorrido? 




Original en inglés y fuente, aquí. 
Traducción al español e imagen, mías.

jueves, 2 de febrero de 2023

la candelaria 3

 

la flor de moringa bañada de luz



Hoy es un día triste.
Pero luminoso.
Celebramos el regreso de la luz y el fin del invierno, aunque donde yo vivo casi casi empieza el verano, nuestra época más caliente.
Hoy me amortiguaron los pasos las minúsculas hojas de las jacarandas que se están preparando para desnudarse del todo y florecer moradas.
Hoy desperté con un hueco en el corazón, pero en lugar de perderme en él, recordé que ese espacio es donde se trasciende el sufrimiento. Recordé —como hablé con Tom hace unos días, que la incomodidad apunta a la inercia de los patrones habituales de apego, de drama, de azote. Recordé que me puedo quedar en la espaciosidad, sintiendo lo que siento, incluso acogiendo momentáneamente a viejos conocidos como el miedo y el desamparo, y confiar en la libertad, la belleza, la pureza, en que el desenlace es el desenlace correcto.
Hoy la niña Jesús color de rosa con chino en el pelo se quedará guardada en su latita de atún italiano entre corazones de servilleta y palabras huecas mientras cinco hendiduras en la nieve llevan a ningún lado. El universo nace de nuevo y resuena el eco moribundo de lo que dijiste y desdijiste.


la flor de jacaranda bañada de luz


miércoles, 1 de febrero de 2023

Sin título 5 (el último de la serie)


Hoy es un día triste.
Love backfired. 
Sí, nos salió el tiro por la culata. Y no, no debería hablar más en plural. Me salió el tiro por la culata. Y lo lamento.
Lamento haberte lastimado, quizá por cuidar mi corazón de más y perder de vista el tuyo. Por centrarme más en mi propio bienestar, como nos es habitual. Por dar rienda suelta, quizás demasiado suelta, a mis palabras. Y, también, me perdono por ello. Atravieso la culpa y la vergüenza, sin quedarme allí.
El amor, según el Buda, es el deseo de que el otro, tú, los demás, sean felices. Y aún se me nubla, no la intención pero sí el actuar, que se vuelve a desencaminar, perdiéndose en el pasado o en el futuro inexistentes, perdiendo de vista el presente. Sigo abriendo el espacio para que esta conciencia se expanda. Intento seguir confiando en el lugar de libertad que toqué recién. Vuelvo a confiar. Otra vez. En este momento. Y recuerdo, también, la tristeza expansiva que se me reveló hace casi 10 años (a dos semanas de cumplir los 50).
Camino pisando las hojas secas para que su crujir amortigüe la tristeza. La acune. Supongo que los corazones rotos se hermanan de alguna manera, aun a la distancia, aun en medio de una comunicación rota.
Veo un cadáver de bugambilia, apenas colorido ya, desmoronándose adherido a una barda de piedra. 
Descubro las primeras flores de jacaranda en un árbol, no solo en el pasto debajo de él. Habrá más.
Un gorrión se para en el alambre, solitario, y mira al grupo de golondrinas más allá. O quizá todos sean gorriones. Ya no estoy segura.
Hoy es un día triste.
Y mi gato de barro se prepara para florear por primera vez.