Hoy en la víspera de San Miguel, como todos los años, siguiendo la tradición que me enseñara mi abuela Rosa, protejo mi casa y mi coche con sendas cruces de pericón por aquello de que el chamuco anda suelto esta noche. (Pareciera que el chamuco se ha aliado un poco con el mono que rige este año según los chinos y tibetanos, así que no sobra la protección.)
Hoy aprovecho también para agradecer que con todo y el accidente del sábado pasado, las cosas hayan ido fluyendo de tal forma que Santiago esté bien después de la operación de clavícula fracturada y que hayamos contado con el apoyo y cariño de tanta gente. Y hago la aspiración de que los días que nos quedan por delante (de tratamiento y recuperación) nos permitan seguir practicando a ambos la paciencia y la compasión y acompañarnos en el camino como siempre lo hemos hecho.
Aquí la nueva cruz en la reja de entrada a nuestra casa (y Santiago con cabestrillo e inmovilizador de hombro, a punto de salir a dar una caminadita al sol, la primera después de la intervención del domingo pasado).
Y acá, la cruz nueva en el coche, junto a su contraparte del año pasado que cumplió cabalmente su función y hoy se toma ya un merecido descanso:
Que encontremos todos en Morelos, en México, en el mundo, el camino de la tolerancia y la felicidad y trascendamos el sufrimiento.