domingo, 30 de abril de 2023

Día del niño

No me acuerdo cómo celebraba este día cuando era una niña. Quizás en la escuela. Tampoco tengo demasiado claro qué hacíamos con mi hijo cuando él era un niño. Quizás algo en la escuela también, seguido, tal vez, de una ida al cine y algún regalillo. Recuerdo que el 30 de abril era el cumpleaños de mi prima Annie y recuerdo que yo no entendía bien cómo alguien podía cumplir años el día ya ocupado por otra celebración.

Ahora ya no lo celebro en realidad. Igual el futuro guarda alguna sorpresa pera reavivarlo. Igual, no. Pero hoy se me ocurrió poner una foto mía de niña, de bebé más bien, en mi perfil de fb y la traigo para acá porque me gusta:


Debo tener menos de un año y mi hermano ya debe haber venido en camino. Supongo que el vestidito era de cuadros rojos y blancos, que habrían hecho juego con las fresas del adorno central. Sé que estoy sentada en el pasto de la casa de mi abuela Rosa en Cuernavaca, allá en Jalisco 22 antes 800, y que mi abuelo aún vivía, postrado en su cama. Quién sabe quién tomó la foto, probablemente mi papá con su Retinette de Kodak. Mi gesto fruncido puede ser una reacción al sol o quizás me pidieron que hiciera "la viejita", que según me contaban era una de mis gracias. Mi abuela Rosa tuvo esa foto durante años en su cuarto en un portarretratos de cuero rojo con adornos dorados. (También me preguntaba por qué tenía una foto mía si en realida no me quería mucho.) En algún momento me la regaló, con todo y  todo, y un día la quité de ahí para poner en su lugar una foto de Santiago y mía. Él tendría unos cuantos meses, menos del año también, y estamos jugando en el pasto en el jardín de Romelia afuera del búngalo donde nació hace ya casi 27 años. Fue un momento feliz que fotografió Adrián, con la Retinette de Kodak que había yo heredado de mi papá.


Y así nos celebro hoy, cuando vamos construyendo una relación entre dos adultos, pero no nos olvidamos de los niños que fuimos.

Te quiero, changuito.


viernes, 28 de abril de 2023

c a n c e l a c i ó n

La RAE es parca y precisa cuando define el verbo "cancelar", de donde se deriva el sustantivo ("acción y efecto de...") que da título a esta entrada:

Del lat. cancellāre.

1. tr. Anular una citaun billeteuna cuenta bancaria.

2. tr. Pagar o saldar una deuda.

3. tr. Borrar de la memoriaabolir o derogar algo.

4. tr. Ec. y R. Dom. Despedir a un empleado.


Hasta aquí, todo claro, ¿no?

"Anular", por su parte, en su segunda acepción se define como:

De nulo.

1. tr. Dejar sin efecto una normaun acto o un contratoU. t. c. prnl.

2. tr. Suspender algo previamente anunciado o proyectadoU. t. c. prnl.

3. tr. Incapacitardesautorizar a alguienU. t. c. prnl.

4. prnl. Retraersehumillarse o postergarse.


Y "borrar" así:

De borra1.

1. tr. Hacer desaparecer por cualquier medio lo representado con tizatintalápizetc. U. t. c. prnl.

2. tr. Hacer rayas horizontales o transversales sobre lo escritopara que no pueda leerse o para dar a entender que no sirve.

3. tr. Desvanecerquitarhacer que desaparezca algoEs difícil borrar esa vileza. U. t. c. prnl.

4. tr. olvidar (‖ dejar de retener en la mente). U. t. c. prnl.


Y este periplo de palabras para llegar a lo que recién me entero que tiene un nombre: "cultura de la cancelación", que wikipedia explica bastante bien, aquí. De las definiciones anteriores, me quedo con estos términos y frases: borrar (de la memoria), dejar sin efecto, anular, hacer que desaparezca algo, olvidar. Mi primer encuentro consciente con este fenómeno, aunque aún desconocía su nombre, fue lo sucedido a propósito de los comentarios presuntamente transfóbicos de J.K. Rowling. A mí lo que me interesa, de momento, no es el contenido de los comentarios, con los cuales estoy esencialmente en desacuerdo, sino el tipo de reacción que suscitaron. A saber, la desacreditación total de ella como persona, incluyendo su labor como escritora. He aquí la cancelación: si alguien expresa alguna opinión con la cual no estoy de acuerdo, merece que yo, y todos los que piensan como yo, conocidos o desconocidos, la borremos del mapa. ¿Y quién nos otorga el derecho, basado en una supuesta superioridad moral, de lanzar la primera piedra y seguir lanzándolas sin detenernos ni un instante a cuestionarnos a nosotros mismos ni a ver el daño que podemos infligir a otro ser ? ¿Qué nos impide ver que estamos repitiendo la misma conducta agresiva o hiriente de quien estamos criticando?

Mi segundo encuentro, más consciente, con el mentado fenómeno tiene que ver con la manipulacion del fragmento de un video de la interacción entre el Dalái Lama y un niño indio, tachada de pederastia. No niego que, cuando lo vi por primera vez, me sorprendió, pero más me sorprendió la reacción de una conocida que se refirió al maestro budista tachándolo de "asqueroso" en una publicación en su muro de feisbuc. Sentí la agresión del juicio como si hubiera recibido un golpe y, entonces, me puse a explorar más a fondo lo sucedido y comprobé lo que había sospechado desde el principio: había un malentendido nacido de la incomprensión de la situación completa (no solo un fragmento de unos cuantos segundos), así como de los componentes culturales y políticos de lo sucedido. Incluso si pensáramos que hubo cierta torpeza o ingenuidad en el comportamiento del lama, hay un salto cuántico de ahí a pedir que se le encarcele, lo cual, me parece a mí, tiene su base en el ego de quienes lo juzgamos.

¿Y qué hice cuando sentí, primero, la sorpresa y, más adelante, la energía de la agresión? Volteé hacia dentro para ver mi propia mente. Eso es lo que me ha enseñado el Buda. Ver primero qué me sucede a mí en mi interior y, solo después de encontrar alguna claridad y calma, voltear para afuera y responder de la manera menos agresiva posible. Después de ver 2 videos sobre el incidente desde la perspectiva de un hombre tibetano (cuyos enlaces comparto al final de esta entrada), opté por escribirle un mensaje vía correo electrónico a mi conocida, para no echarle leña al fuego de las redes sociales. Simplemente le pedía que viera los videos y que abriéramos un diálogo, teniendo como base el respeto y aprecio que le tengo profesional y personalmente y aludiendo al impacto que pueden tener las narrativas tergiversadas.

Hasta el momento, más de 10 días despés de mi mensaje, no he recibido respuesta. Supongo que esa es su respuesta y también cabe la posibilidad, mínima pues ya habíamos estado en contacto por correo electrónico antes, de que no recibiera mi correo.

Mientras tanto, yo sigo viendo mi mente, que es el ámbito esencial a partir del cual puede surgir el cambio duradero en nuesto entorno. Es a partir del trabajo con nuestros propios patrones habituales neurótico que podremos trascender la tentación de cancelar a alguien y, en cambio, abrir nuestra perspectiva, el diólago y las posibles respuestas, en lugar de reducirlos a su mínima expresión. Podemos, pues, evitar el enorme riesgo de destruir y, en su lugar, crear, cuidar, proponer, entender...

*

 Y aquí los enlaces de los videos (1 y 2) por si a alguien le interesa.


viernes, 21 de abril de 2023

Historia de c.o.n.e.j.i.t.o.s:::

Desde hace muchos años, adopté una tradición de la India, la de regalar algo a quienes nos acompañan el día de nuestro cumpleaños: primero a través de mi convivencia con el grupo de mi primera maestra espiritual, Gurumayi, y segundo cuando me lo recordó mi amiga Gabriela M., quien, para sus 60 años, nos regaló a sus amigas la tela necesaria para confeccionarnos un punjabi. En la época de mi matrimonio con Adrián, él siempre me festejaba el cumple y varias veces lo hizo ayudándome a organizar una fiesta. Recuerdo en especial las que tuvieron lugar cuando vivíamos en la Privada de Hortensia, allá en Rancho Cortés, todas anteriores a los 40, que fue mi primer aniversario de nacimiento posterior al divorcio.

Entre los regalos que dimos en aquellas celebraciones, recuerdo las palomitas silbato de barro, pintadas de blanco y rosa, elaboradas por doña Felipa, una artesana de Tlayacapan a quien fuimos a buscar después de conocer su obra en una exposición en Cuernavaca. (Es probable que ya  haya muerto. Ojalá haya podido transmitir su don para hacer las piezas.) En otra ocasión, trajimos caracolitos de un viaje a Acapulco, los cuales envolví en papel de china. Creo que en algún cajón todavía queda alguno agazapado. Y en la primera fiesta que me organicé yo sola, para mis 45, me parece haber regalado unas tortuguitas pintadas, de esas que mueven la cabeza, artesanía originaria de Guerrero.

Este año, le pedí a mi hijo y a unas amigas que, como regalo para mis 60, me organizaran una fiesta. (Hacía 15 años que no celebraba así.) Y me puse a pensar en qué les podía regalar a los invitados (eso me tocaba a mí, claro). Primero consideré comprar las casitas de madera típicas de Tepoztlan, talladas en las espinas del árbol de pochote, pero después se me ocurrió que yo misma podía hacer las piezas en mi clase de cerámica. Y así empezó una aventura, mucho más larga y desafiante de lo que imaginé, pero súper disfrutable.

Conejitos de barro, pensé: es el año del conejo femenino de agua y, además, yo soy coneja, y estoy iniciando un nuevo ciclo de 12 años. Cuando se lo propuse a Pilar, mi maestra, me sugirió que hiciera una placa de barro donde dibujaría los conejitos con un modelo de papel inspirado en el dibujo de unos calcetines que me había regalado Yare.

Y así, llegaron al mundo 36 conejtos que parecían galletas. Había que dejar espacio suficiente entre uno y otro, para luego poder sacarlos individualmente, recortando el barro con un cuchillo. Después había que cortar el barro sobrante para dejar solamente el conejo 

y después terminar cada uno a mano, alisando los bordes, moldeando las orejas, las patas y la cola, pegando algún miembro si se llegaba a romper y alisando también el haz y el envés. No tenía idea de las horas que tal labor me llevaría, tanto así que me traje varios a mi casa para que estuvieran a tiempo. 

Cuando estaban casi secos, firmé cada uno (con una A en forma de estrella) y dibujé a su lado un "60" para recordar la ocasión. Después de eso, había que lijar cada una de las piezas para dejarlas listas para pasar a pintarlas. Cada vez que pensaba que estaba llegando al final del proceso, se pasaban las horas y las horas y los conejitos aún no quedaban. Solo quedaba practicar la paciencia y hacer aspiraciones.
















Y, por fin, llegué a la etapa de la pintada. Cuando uno pinta barro no sabe exactamente cómo quedará el color una vez que se quemen las obras, así que había un elemento de sorpresa. Y necesidad de más paciencia: preparar los colores, dar dos capas a cada parte y decidir las combinaciones: las orejas y las colas irían de un color y el cuerpo y las patas de otro. Blanco. Rosa. Chocolate. Turquesa. Amarillo. Rojo.




Y a trabajar en serie, con mucha atención a cuáles partes ya habían recibido la segunda capa de pintura y cuáles, no. Por suerte, Yare me ayudó a terminar esta última fase del proceso: había hecho 36 conejitos con 6 combinaciones distintas de colores. Ahora solo quedaba llevarlos al horno y esperar a ver cómo quedaban ya cocidos. Toda una aventura.


Y quedaron... divinos, aunque igual está mal (dicen) que yo lo diga. Además, al tocarse hacían música, aunque ya separados no lo puedan hacer. y dejo aquí, para cerrar este recuento, acercamientos de 2 de ellos:

Uno que está aún por entregarse:


y otro, que llegó agrietado y al cual, finalmente, el corazón le explotó. Mi sobrine Mariona lo restauró impecablemente y le dejó un nuevo corazón por fuera. Este ahora vive en mi altar, con agradecimiento y con la aspiración de que todos los seres con quienes estoy conectada encuentran el camino hacia la felicidad verdadera y trasciendan el sufrimiento.


miércoles, 19 de abril de 2023

Invitado: Karmapa 17


Esperamos que la ciencia nos salve de nosotros mismos

Cuando observamos cómo en los tiempos premodernos la gente adoptaba las visiones religiosas y seguía ciegamente lo que fuera que las autoridades religiosas dijeran y lo que fuera que las generaciones pasadas hubieran creído, desestimamos esto como fe ciega y superstición. 
Veo mucho de la mismo hoy en día cuando observo cómo desplegamos una confianza similar en la ciencia y la tecnología para resolver los problemas del mundo y darnos una buena vida.
Antes, la gente aceptaba las respuestas de las autoridades religiosas sin siquiera hacerse nunca las preguntas ellos mismos y no se molestaban en analizar o buscar entender ellos mismos cómo funcionan las cosas. Hacemos lo mismo con la ciencia.  












Original en inglés y fuente, aquí. Traducción al español e imagen, mías.

martes, 18 de abril de 2023

3 m i l ***

["Escribe durante 10 minutos usando un número en cada línea", carta 16 de la baraja Writing Down the Bones, de Natalie Goldberg]


Para Susana, porque lo escribimos juntas

Esta es la entrada número 3,ooo publicada en este blog. Yo nací el 5 de abril de 1963. Crecí en la calle de Uxmal 548 en el departamento número 2. A los 25 años me fui a vivir a Petén 149, al departamento 7, que me regalaron mis papás y mi mamá me pidió de regreso tras la muerte de él. Yo tenía 41 años cuando murió mi mamá; ella tenía 69. Mi papá murió antes de cumplir los 65, aunque siempre quiso, o más bien no quiso, pasar de los 60. Yo este año cumplí 60, la edad tan temida por mi papá. Mi abuela Adela murió joven, aunque no sé cuántos años tenía: más de 30 yo creo que sí, pero seguramente no llegaba a los 40; su hija, Marta Cecilia, tendría 6 o 7. Dasha murió de 90 y tantos, igual que doña T y que mi tía Marisa. A mi tía le hubiera gustado celebrar sus 100, pero se quedó en los 97. Murió el año del terremoto del 2017. Yo me casé antes de cumplir los 31 y m i hijo nació cuando yo tenía 33. Este año él cumple 27 y su papá hubiera cumplido 67, pero desapareció hace 13. Mi hermano nació un 11 de marzo y Olguita un 12: ya no felicito a ninguno de los 2. Mi tía Ogla nació un 24 de noviembre y me encantaría poder celebrarla aún (lo hago cada año pero ella ya no está presente). A mis 51 me propusieron matrimonio por 2a vez, pero la promesa no se cumplió. Este año, por fin, después de 9 años, Javier dejó de mandarme un correo electrónico por mi cumpleaños (eran tristes: 0 [cero] celebración). Hoy es 18 de abril y ya pasaron 13 días desde mi cumpleaños. Dentro de 9 será mi última celebración oficial: el high tea en casa de Arabella. Le tengo que preguntar cómo uso el chutney de mango que me regaló. En la alacena de la casa de Jalisco 222 antes 800 había un frasco con una etiqueta que decía: Petra's best green mango ginger chutney. Yo creo que ese frasco nadie lo abrió nunca.


[Y como 3 mil es un buen número, celebro la publicación con una foto reciente del Popocatépetl al atardecer en Chimal desde una ventana de casa de mi comadre:]




jueves, 13 de abril de 2023

ajuste de perspectiva


Hace una semana y un día cumplí 60 años. Entre las primeras felicitaciones del día llegaron las de mi amiga Ángela, vía messenger de FB, junto con las que me remitió de otras compañeras de la Moderna con quienes tiene un grupo de guatsap, del que, por obvias razones (no tengo celular inteligente) no soy parte. Lo primero que comenté es que parece difícil de concebir que alguien no tenga guats. Ángela respondió que, además, no sabía por qué las chicas juraban que yo estaba en el grupo, independientemente de que tenga guats o no.

Entonces, seguí en mi línea y dije algo como que eso hablaba de cuán claramente sabemos a quién le escribimos en guats, en tono irónico, sí, y quizás con un pelín de superioridad.

Y Ángela me contestó: "Efectivamente..., pero lo importante es que te tienen en mente". 

Y entonces vi claramente mi patrón de juicio y ajusté mi perspectiva. Podía también (o sobre todo) apreciar el cariño y la atención.

Fue como un gentil (y necesario) gancho al hígado (del ego).

(Gracias, Ángela.)


miércoles, 12 de abril de 2023

Invitada: Pema Chödrön


Estado despierto


Al practicar la meditación, no estamos intentando estar a la altura de algún tipo de ideal, más bien lo contrario. Simplemente estamos con nuestra experiencia, sea la que sea. Si nuestra experiencia es que a veces tenemos algún tipo de perspectiva y a veces no tenemos ninguna, entonces esa es nuestra experiencia. Si a veces podemos acercarnos a lo que nos asusta y a veces somos absolutamente incapaces, entonces esa es nuestra experiencia. "Este preciso momento es el maestro perfecto y siempre está con nosotros" es realmente una instrucción muy profunda. Simplemente ver lo que está sucediendo: justo ahí está la enseñanza. Podemos estar con lo que está sucediendo y no disociarnos. El estado despierto se encuentra en nuestro placer y en nuestro dolor, en nuestra confusión y en nuestra sabiduría; está disponible en cada momento de nuestras vidas cotidianas ordinarias, insondables y misteriosas.



las últimas jacarandas de la temporada















Original en inglés y fuente, aquí.

Traducción al español e imagen, mías.

domingo, 9 de abril de 2023

m * a * g * i * a

 


A veces la vida y mi camarita rosa conspiran sin que yo lo note.

Íbamos caminando por el bosque, en algún lugar alto de Cuernavaca, cuando Yare me mostró unas semillas que recién había recogido en el camino. Las giró entre sus dedos y despegaron como navecillas sutiles. Yo iba cámara en mano, claro, y, sin pensarlo, apunté y, sin pensarlo, disparé, segura de que ni mi cámara ni yo alcanzaríamos a capturar ese instante de semillas. Pero ellas tenían otros planes. Volaban, mientras Yare intentaba atraparlas. Adelante iba Santiago, que no las alcanzó a ver, y Bruno, que nos mostrba el camino. Y ellas quedaron suspendidas en el aire, brillantes y viajeras. 

Quizá esto se parezca un poco (bastente poco) a lo que el DLE llama:

magia blanca, o magia natural

1. f. magia que por medios naturales obra efectos que parecen sobrenaturales.

Porque bueno, la definición de "magia" ni al caso.

Tendríamos que inventarnos una que aludiera a la cualidad intrínseca de la vida que solemos pasar por alto por tener la atención en otro lado. 


miércoles, 5 de abril de 2023

:::60*

años de fracasos y contando

será el cambio climático, pero es la primera vez que hay jacarandas en mi cumpleaños

"One of the big ones" ("uno de los grandes"), llamó mi amiga Arabella a esta cumpleaños. Yo coincido, pero también me pregunto por qué. Porque es un número redondo y empieza una nueva década. Quizás. Porque es el inicio del final, de la vejez, de la "tercera edad". Tal vez. Porque es un lujo llegar hasta acá y llegar bien. Porque los 60 son los nuevos 40. Al final, es porque así lo consideramos, por esa necesidad de nombrar, describir o etiquetar lo que nos sucede.

también es tiempo de flores de mayo, jacalasúchiles, que son de abril este año

Y de "fracaso", que es la idea que me ha venido a la mente estos días, la RAE dice:

De fracasar.

1. m. Malogroresultado adverso de una empresa o negocio.

2. m. Suceso lastimosoinopinado y funesto.

3. m. Caída o ruina de algo con estrépito y rompimiento.

4. m. Med. Disfunción brusca de un órgano.

Pero la RAE no dice, porque no sabe, que fracaso puede significar algo completamente diferente. Lo opuesto como descubro al llegar a mis 60, a la edad de la sabiduría, según la tradición coreana. Durante un buen tiempo ya, he estado dándole vueltas a este tema, más o menos conscientemente, hasta que hace unos días estaba platicando con mi amiga Frida y me compartió una frase que dio en el clavo de mis cavilaciones: "Quizá fracasar es renunciar a narrativas impuestas".

Y sí,. desde bastante joven creo que empecé a recorrer el camino de "renunciar a las narrativas impuestas", aunque ni siquiera lo supiera. Ahora lo sé yo celebro. Y me redescubro. Y me reinvento. Y me encuentro y me desencuentro.

Y celebro que para mis 60 las jacarandas aún tienen flores. Que los jacalasúchiles que plantamos Santiago y yo están cuajados de sus maravillas rosadas que desprenden el mejor perfume del mundo, mientras los tabachines empiezan a ponerse anaranjados. Y que la planta del amor, aquella que floreó por primera vez cuando nos enamoramos Adrián y yo, vuelve a echar sus flores, como cada año, para que no se me olvide que el amor está, siempre.









Y por primera vez, o por primera vez con claridad, suelto un montón de cosas y me preparo para disfrutar así nomás lo que venga, bueno, malo o regular. Al lado de un hijo que también camina hacia adelante y se reinventa, se descubre, se encuentra, se desencuentra y sana. Y sanamos juntos. Qué más le puedo pedir a la vida...



Y en esta imagen imperfecta, tomada desde el coche mientras transitaba por el viejo y querido Ocotepec hace unos días, queda contenida la perfección del momento presente.
Ese que es lo único que tenemos.