miércoles, 26 de junio de 2019

Invitado: Karmapa 17




Distinguir entre deseos y necesidades 


Es importante que desarrollemos el hábito de distinguir entre los deseos y las necesidades, porque está en juego mucho más que solo nuestro propio bienestar personal. Solo tenemos que ver la rápida degradación de nuestro ambiente natural para notar los efectos destructivos de nuestro consumismo. 
Happy birthday, Your Holiness!
May your compassionate enlightened activity pervade the hearts of all sentient beings and lead them to build toghether an awakened world where love and cooperation dictate the way to interact with each other...

Original en inglés y fuente, aquí.
Traducción al español, mía.

martes, 25 de junio de 2019

Invitado: Chogyam Trungpa Rinpoché



Mensajes constantes, respuestas constantes

El karma es uno de los puntos más importantes de la tradición budista. Significa que tu mundo no está dictado por un poder superior, un poder cósmico, una deidad externa, o Dios. En cambio, tu funcionamiento en la vida es constantemente un resultado de tus acciones previas. Las personas reciben mensajes constantemente —si van demasiado rápido o si están disminuyendo la velocidad, si se están desconectando o no, lo que sea que estén haciendo—. Te llegan respuestas constantes, lo cual es una expresión del karma: causa y efecto.







Original en inglés y fuente, aquí.
Traducción al español e imagen, mías.

lunes, 24 de junio de 2019

Happy birthday to my teacher, dpr!


May the drops of your compassion and wisdom refresh and liberate all the cornerns of the universe.
May you and your loved ones be happy and free from suffering.
I love you.

sábado, 22 de junio de 2019

4 imágenes de junio


gotas

en la alberca, la jacaranda, la farola y el cielo

camino de bugambilias

el geranio, la telaraña y la reja

domingo, 16 de junio de 2019

goodbye time



Invitado: Thrangu Rinpoché




Tomar el dolor y la enfermedad como el camino  



Cuando te enfermas, no deberías de regodearte en la enfermedad. No te enfoques en el dolor, pensando:
«Estoy enfermo. Me duele la cabeza. Me duele el diente». Eso es regodearse en la enfermedad. El dolor y la enfermedad  simplemente suceden, y cuando lo hacen, no podemos nada más detener la sensación. En cambio, podemos descansar, relajando nuestra mente y dejándola asentarse en la naturalidad en relación con la esencia de la sensación misma sin ningún sentimiento de  desagrado o de no quererla, observando la esencia de la sensación misma. En los sutras, a esto se le llama el fundamento de la atención plena de la sensación.


Original en inglés y fuente, aquí.
Traducción al español, mía.

viernes, 14 de junio de 2019

f.l.o.r.i.s.t.a


Cuando regreso caminando de la escuela, suelo ir cámara en mano. Uno de los puntos clave en mi trayecto en pos de imágenes es el puesto de flores que se pone todos los días frente a un portón a medio camino entre el colegio y mi casa. Lo que más me gusta es que no haya nadie atendiendo el lugar. (La florista, quien vende flores y prepara adornos florales para su venta, como dice el DRAE, suele estar detrás de la puerta. Me imagino que vive ahí con su familia, quizás cuidando un predio que parece grande.)

Me gusta, pues, encontrarme con el puesto desatendido porque entonces puedo tomar alguna que otro foto, rápido, a hurtadillas, casi subrepticiamente, y hacerme de una dosis de adrenalina, pues siento como que me robo algo. (La verdad es que cuando la florista o alguien de su familia me han cachado, han sonreído. De hecho, he llegado a pedirles permiso para hacer las fotos, pero eso es menos divertido.)

Las flores más constantes son los girasoles.

Detrás de ellos, suele haber otras flores, como estás que podrían ser dalias.





Y de pronto, me encuentro con alguna sorpresa como esta: flores de ajo, ni más ni menos, según me explicó la florista cuando le compré unas la semana pasada.


A veces me llevo unas como estas y las mando hasta Argentina para celebrar el cumpleaños de una amiga queridísima.


O simplemente disparo mi cámara al pasar, antes de que salga la florista y, ya en casa, veo qué flores se colaron en mi vida.











A veces también me pregunto qué hago sacando fotos de flores cuando en mi país siguen muriendo jóvenes, víctimas de la delincuencia, o mis exalumnos, de los sensibles e inteligentes e informados, comparten posts en Facebook diciendo que dejemos de hacer planes, pues podríamos extinguirnos antes del 2050 a causa del calentamiento global. 

Y como no me puedo contestar, hago fotos de flores...

jueves, 6 de junio de 2019

Invitado: Jamgon Kongtrul Lodro Thaye


Sinopsis de todas las enseñanzas

La mente misma y la naturaleza verdadera de los objetos no tienen ninguna realidad en absoluto, están más allá del intelecto y son inexpresables. Este solo punto bien podría ser la sinopsis de todas las enseñanzas. 




Original en inglés y fuente, aquí.
Traducción al español, mía.

martes, 4 de junio de 2019

Caperucita remasterizada

(hallazgo 22)


Está Caperucita, una niña pequeña, de cinco o seis años, parada en mitad del bosque. En un claro, pequeño también, rodeada de árboles enormes, cuya copa no alcanza a ver. Está oscuro porque se cuela poca luz entre las ramas. Caperucita, que soy bastante yo, claro, está asustada, sobre todo porque no sabe para dónde ir. Porque teme que el lobo salga en cualquier momento de cualquier lugar. (No lleva canasta ni va a ver a su abuelita, solo quiere encontrar una forma de volver a moverse.)

—¿La puedes acompañar? —me pregunta Isa.
—Yo creo que sí —le respondo y me le uno a la niña en el claro del bosque.

Le tomo la mano y las dos nos sentimos mejor. Sabemos que el lobo puede aparecer, pero ahora sentimos que lo podemos enfrentar. Entonces, lo distinguimos entre unos árboles. Podríamos patearlo, pienso y se lo digo a la niña. O aventarle piedras, para que se vaya. Pero cuando el lobo sale de las sombras, vemos que está flaco y descolorido, macilento, y viejo. El pelaje gris se ve casi blanco. Y entonces lo invitamos a reunirse con nosotras. Él se acerca, aliviado, y recibe agradecido las caricias que le damos. Y nosotras nos sentimos bien, acompañadas, como más completas.

Volteamos hacia arriba y alcanzamos a ver las copas de los árboles, el azul del cielo, la luz del sol que nos alcanza. Y emprendemos camino, juntos, sin destino definido, pero contentos y entusiasmados. Hacia una casita, quizá, o hacia el mar, que debe estar lejos porque estamos en un bosque, pero qué importa. Por cierto, Caperucita se deshace de su caperuza, que ya le viene estorbando.

El "te lo dije" que había llevado, en primera instancia, a la niña a ese sitio oscuro y amenazador se convierte en un "te lo dije" de los que confirman que las cosas pueden tener un mejor (e inesperado) final. Ahora somos tres que nos podemos apoyar en lo que la vida nos presente.
                              
En las despedidas.
                          En los sueños.
                                              En lo que venga.

domingo, 2 de junio de 2019

hallazgo 21


En mi sesión de intercambio compasivo de la semana pasada, aún en proceso de adaptación después de la cirugía de catarata, Isa y yo empezamos a hablar de mis ilusiones, mis sueños, mis planes próximos. Esto es en sí un cambio importante en el proceso, pues parecía que las ilusiones se habían ido para no volver.... Frente a su pregunta de dónde me veía dentro de un año, me fui casi 35 años atrás en mi vida, a mis 22, cuando me fui de casa de mis papás para visitar a mi novio hindú en Cancún. Fue un momento crítico, doloroso y cuyos ecos, descubrí, aún reverberan muy dentro de mí.

"No te lo mereces", sentenciaba mi padre con su actitud (corriéndome de casa, insultándome y pidiéndome las llaves, aunque accediera a abrirme la puerta de salida del edificio de la calle de Uxmal, que estaba cerrada con llave). No me merezco lo bueno, lo que me apasiona, la felicidad. Y aunque he ido tras lo bueno, lo que me apasiona y lo que me hace feliz en muchos momentos de mi vida, siempre he cargado con esa especie de maldición. Con la sensación de que he hecho algo malo, de que me he portado indebidamente, y de que eso, tarde o temprano lo tendré que pagar.

Pero no más. No más le pude decir a mi padre, apartándolo de mí y diciéndole que me iba, con su venia o sin ella, y que, además, me llevaba mis llaves, porque eran mías. Ya podría hacer yo con ellas lo que me viniera en gana. Porque tengo todo el derecho al amor y a ser feliz y a no ser maltratada.

Y entonces, me pude visualizar a mí misma dentro de un año. En Madrid. En la terraza de casa de Ana, tomándome un vermouth y terminando de corregir mi novela. Y esa imagen es solo el umbral a diversos escenarios que yo me puedo construir para mí misma en este momento de mi vida. Y la perspectiva es liberadora. Me asusta. Todavía. Un poco. Pero ese susto, como yo misma le decía a un paciente mío hace un par de días, es parte del camino. Y está bien. Seguir en el camino. Con todo y el miedo. Y la confianza que surge, precisamente, de seguir en el camino.