jueves, 23 de febrero de 2023

El Popo 2

Bueno, dos con este título exacto, pero el volcán se cuela por muchos lugares en este blog, como lo hace en mi vida. No me canso de verlo. Ni de fotografiarlo. Ni de hablarle en silencio. Es una suerte de protector, mío, de mi gente, de las enseñanzas del Buda (o lo será, pues). Acá, a finales del 2015, hablé de su presencia constante en mi vida.

Yo no soy de esas gentes que edita-mejora-recorta (trabaja, pues) sus fotos. Primero porque no tengo idea cómo (soy completamente analfabeta en programas como photoshop, por ejemplo) y segundo porque prefiero quedarme con las fotos tal y como salen (como cuando eran de papel) y escoger las que más me gustan.

Esto así hasta que salí a caminar por Chimal hace un par de domingos, bastante de mañana, después de una no muy buena noche de sueño. Mi cámara iba en las últimas de la batería: sacaba una foto y se apagaba. Tenía que dejarla recargar, engañarla unos minutos, antes de poder sacar otra y no me podía dar el lujo de cuidar mucho el enfoque ni el encuadre ni la luz. 

Y entonces, pasando una pared me encontré con el Popo: como recién salido de la mañana, casi de la tierra. Pero las fotos que le robé a la cámara moribunda no le hicieron justicia. No pude detenerme a enfocar con paciencia y cuidado y buscar un ángulo mejor. Cuando las descargué a mi máquina se me ocurrió jugar un poco editándolas con el mismo programa (creo) que las transfiere de mi máquina a mi laptop. (A lo mejor estoy diciendo un sinsentido total.)

Moví el cursor en brillo, contraste, sombras y un montón de parámetros más y logré que el Popo se hiciera un poco más presente en las imágenes, allá al fondo, con su fumarola. Su compañía en mi caminata alivió el malestar que había salido a pasear conmigo y me dio gusto rescatar su retrato con más claridad: 



Y luego, hace una semana justa, me fui a Tepoz al dentista, sin saber que mi coche me dejaría tirada allá y que se quedaría por lo menos hasta hoy, pues no he podido traerlo de vuelta. En el camino de ida, me volví a encontrar al Popo, mi protector sin duda, y le saqué una foto mientras iba al volante. En este caso, cuando descargué la foto me encontré con que en primer plano había mucha basura visual y probé con recortar la imagen, pensando que el Popo  bien merece la edición. He aquí, pues, esas capas de montes, desde el Tepozteco hasta el volcán, que me acompañaron, también, en el camino:



Gracias, Popo, por estar siempre
y ayudarme a conectar con ese lugar de ecuanimidad y calma
dentro de mí.

2 comentarios:

  1. Don Goyo magestuosa energía masculina que vigila y respalda. Regalo enorme poderlo ver todos los días con distintos enfoques😃

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    1. Así es, amiga, y doble gozo cuando se ve a Rosita, la volcana, la Iztac, a su lado. Vámonos pa Chimal a verlos... 🥰

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