viernes, 28 de febrero de 2014

Tres momentos matutinos


Vuelvo de llevar a mi hijo y descubro en la pared del
fondo la sombra de un hombre que saca cosas
de la cajuela de su auto sombra

Las oscuras golondrinas vuelven y se posan sobre
los cables a tomar el sol de la mañana
mientras yo te pienso de vuelta

El flor de mayo que plantamos hace años mi hijo
 y yo, que hoy vive en el jardín del fondo,
echa su primer brote de primavera -
pronto serán flores rosas

miércoles, 26 de febrero de 2014

Reencuentro


No hay que tener demasiada imaginación para definir "reencuentro" como la "acción y efecto de reencontrar". Pero, bueno, démosle algún crédito a la RAE con su definición de "encuentro": 1. m. Acto de coincidir en un punto dos o más cosas, a veces chocando una contra otra. Alguno solamente, que las personas también se encuentran y no es necesario que choquen una contra otra al hacerlo...

Así sucedió el sábado pasado, sin choque alguno sino al contrario, con un cariño adulto, a nuestros cincuenta años y pico (o casi cincuenta en algunos casos) como coincidimos, de nueva cuenta, compañeros que estudiamos juntos, durante más o menos tiempo, en la escuela donde yo pasé 15 años de mi vida: desde el primero de kínder hasta graduarme de tercero de prepa, hace ya casi 32. En esta ocasión había más mujeres que hombres. En esta ocasión yo llegaba relajada, con entusiasmo, ya sin el miedo que durante mucho tiempo me impidió asistir a tales reuniones y que, desde hace un año o dos que decidí arriesgarme, todavía me acompañaba. Ahora se transformaba en emoción y expectativa.

Esta actitud recién descubierta rindió sus frutos. Además de compartir, en vivo y a colores, mi ("nuestra") historia de amor reencontrado que, para mi sorpresa, contaba con más de un seguidor en el feisbuc, y escuchar palabras de aliento, miradas de complicidad, preguntas indiscretas y ofrecimientos de apoyo, me reencontré con viejas amistades, con quienes la vida me ha mantenido más o menos en contacto, y con amistades nuevas. Las nuevas amigas las descubrí donde antes pensaba que una relación así no era posible (debido a estereotipos caducos, entre otros motivos tanto o menos válidos). Fue precioso podernos encontrar así, más allá de las viejas etiquetas que marcaron nuestro paso por la escuela.

Por si esto fuera poco, un gran amigo y yo nos tomamos de la mano y nos refrendamos, sin palabras, el cariño que sentimos desde hace varias décadas. Desde un cariño similar, pude hacerle a otro amigo de mucho tiempo una pregunta que me había guardado y, por lo menos, me saqué el gusanito y brindamos con nuestros respectivos tequilas.

Si hace un año me costó trabajo cumplir 50 años, hoy, a poco más de un mes de celebrar los 51, disfruto enormemente las cinco décadas y pico. Soy capaz de encontrarme con quienes fueron compañeros de escuela y hoy lo son de vida, con vivencias parecidas (dolorosas, alegres, confusas, divertidas) con la capacidad plena de ser como soy y aceptarme así y de ser aceptada por quienes son como son y así los acepto. Quede, pues, esta nueva propuesta para definir un "reencuentro"...

martes, 25 de febrero de 2014

:::volver a los 17:::



Hace 33 años, en la Sagrada Familia, los terrados
de Barcelona detrás y al fondo, el Mediterráneo.


Foto de Javier Roselló Iglesias


lunes, 24 de febrero de 2014

Invitada: Piedad Bonett


Tu boca viene a mí 

Tu boca viene a mí, solo tu boca.
Viene volando,
libélula de sangre, llamarada
que enciende ésta mi noche de ceniza.
Toda la sal del mar habita en ella,
todo el rumor del mar,
toda la espuma.
Boca para los besos dibujada,
donde duerme tu lengua tentadora.
Todo el vino del mundo está en tu boca,
todo el pecado
y la inocencia toda.
Boca que calla y cuando dice, oculta.
Capaz de toda la verdad tu boca,
de toda la verdad y la mentira.
Ríe tu boca y se despierta el día.
(Relámpagos de nieve hay en tu risa).
Como un tropel de potros me atropellan
los besos de tu boca deliciosa;
tu boca, mariposa equivocada,
tu boca ajena que se desdibuja
en mi noche de círculo y ceniza.


viernes, 21 de febrero de 2014

Invitado: Tai Situ Rinpoché






Perdernos en las cosas buenas

No deberíamos dejarnos arrastrar. No deberíamos perdernos cuando nos suceden cosas. Perdernos en las cosas buenas es tan malo como perdernos en las cosas malas. No deberíamos perdernos en nada. Debemos estar siempre conscientes y en atención plena.



   Original en inglés y fuente, aquí.
Traducción al español, mía.

jueves, 20 de febrero de 2014

Invitado: Javier Roselló Iglesias con otro momento barcelonés


Por lo que parece las jacarandas ya empiezan a florecer allá, en las calles de Cuernavaca, y aquí el invierno crudo sigue sin haber llegado y quizás ya no llegue este año, e imagino que los almendros también están floreciendo, aunque yo no tengo ningún almendro al alcance de mi vista… Imagino que nuestros almendros cumplen el mismo papel de vuestras jacarandas, ser los primeros testigos de la vida cuando el invierno inicia su retirada.

miércoles, 19 de febrero de 2014

Momentos cuernavacenses


Estas mañanas de mediados de febrero, la luna está en el cielo después del amanecer, cada día con un trozo menos, brillante a pesar de la luz solar, la misma luna tuya.

Cuando vuelvo de dejar a mi hijo en la escuela, una congregación de golondrinas ocupa los cables a la entrada del lugar donde vivo. Parece que buscan el calor de los primeros rayos de la mañana. Y no son como las de Bécquer; estas han vuelto cada año y ahora, supongo, nos intuyen otra vez...

Así también las jacarandas que empiezan a florecer, despacio y lento, esta temporada. Me recuerdas que tú nos las conoces: te mando su fragancia violeta con mi aliento.

martes, 18 de febrero de 2014

Invitado: Chogyam Trungpa Rinpoché


Es bastante divertido cómo vemos el cosmos, nuestro mundo. Lo vemos como si no fuera el mundo real para nada, sino un mundo que pudiéramos controlar.

Original en inglés y fuente, aquí.
Traducción al español, mía.

domingo, 16 de febrero de 2014

Carta de amor 3


…cause the sweetest kiss i ever got is the one i´ve never tasted…

Nuestro primer beso se quedó flotando en un pasillo de tren en una estación barcelonesa. Ya no recuerdo el  nombre de la estación, ni del tren. Perdona, amor. Pero recupero el tuyo, tu nombre, un poco cada día.

Ese primer beso que no me diste me lo cuentas hoy y es como si me lo dieras, un poco cada día, mientras repites bajito mi nombre, otra vez. Pensé que lo habrías olvidado. Temía que me hubieras olvidado. Apenas me atrevía a imaginar que no.

Quizá fue aquel beso, cuyo sabor se nos quedó en la boca sin saberlo, sin buscarlo, un hilo silente que nos mantuvo unidos a lo largo de una vida de distancia, no de distanciamiento. Quizá estuvo en los besos que nos dieron otros labios, sin que lo supiéramos, sin que lo buscáramos.

Ese beso se mezcló con la culpa enorme que sentí tras dejarte. Y así salvó el amor. Yo no lo sabía; lo suponía apenas. Ese beso se entretejió con tu tristeza. Y así salvó el amor. Tú sí lo sabías. Gracias, cariño.

Hoy estamos a unos cuantos meses, si no me fallan los cálculos, del aniversario 31 de ese primer beso no dado, un suspiro que nos sigue siempre como la estela a los viajeros, un ángel que marca los compases silenciosos de este reencuentro nuestro.

Hay algo más que este beso me regala a tres décadas y pico de habernos conocido. No te lo había confesado. Hoy te lo digo, como antesala del encuentro dulce y prolongado que ambos anhelamos.
Yo no me había contado bien mis historias de amor. Omití siempre, hasta hoy, la primera. La nuestra. Por vergüenza, por miedo. Por el dolor de habernos arrancado el uno del otro. Entonces preferí situar el primer amor después de ti.

El beso se me quedó dormido como un soplo en el corazón. Me lancé a otros brazos, demasiados quizá. Me perdí para olvidar y olvidé. Eso creí.

Me asustó tanto saber que era capaz de hacer tanto daño, aun sin querer, que preferí dejar de pensarte. Me limpié las lágrimas y seguí el camino. Eso pensé. Pero ahí estaba esa tela invisible que nos unía con un océano de por medio. Tú lo sabías; yo, aún no.

Entonces, ya sin miedo, te busqué, tres décadas después de habernos separado, 18 años después de habernos visto una única fugaz triste ocasión. Y en la soledad del ruido, te encontré de nuevo. Me encuentro de nuevo en ti.

El soplo despertó y se hizo beso otra vez. Me recordó que eras tú mi primera historia de amor, fuente, quizá, de las demás. Y tú seguías amándome, cuidando ese beso hilo silente tela entre nuestras dos orillas, rozadas por el mismo sol, por la misma luna.

Hoy aquel beso de pasillo de estación de tren se posa por fin en su hogar, tu boca y la mía.  Y nosotros nos perdemos en el juego de labios anhelantes, nos recuperamos más allá, mucho más allá, y a pesar de todo…

viernes, 14 de febrero de 2014

Invitada: Elizabeth Mattis Namgyel



Con el corazón roto

tan frágil y suave como un corazón roto

¿No parece que algo positivo surge siempre de un corazón roto? Un corazón suave tiene un "dar" ilimitado, mientras que un corazón quebradizo y contraído –un corazón enfocado solo en mí y mío– no tiene más opción que romperse. Si permitimos que nuestro corazón se rompa continuamente como una práctica podemos sostener el sufrimiento y la belleza infinitos de nuestro mundo, sin excluir a nadie.



Mensaje especial para el día de San Valentín.
Original en inglés, aquí.
Traducción al español, mía.



jueves, 13 de febrero de 2014

Invitado: Javier Roselló Iglesias


Momento real
Agosto de 2002, sobrevolando el Distrito Federal en busca de la pista del aeropuerto Benito Juárez, el mismo de una dolorosa despedida casi dos décadas antes. Allá abajo, en algún lugar del distrito, o quizás en sus alrededores, estabas tú. No sabía dónde y tampoco me importaba conocer el lugar concreto. Me bastaba saber que, aunque para mí inalcanzable, estabas en algún lugar. Formando parte de un fugaz pasado pronto convertido en un doloroso trascurrir. “Y de pronto, son años”, decía Silvio. La inmensidad de lucecitas extendidas en todas dirección formaba una alfombra luminosa bajo el blanco airbus de la compañía Taca. Quizás una de estas lucecitas estaba iluminando la ruta de tu auto o quizás era la ventana iluminada de tu alcoba. Y quizás tú estabas escuchando el rugido de un avión, uno más entre tantos, sin imaginar que yo estaba allá arriba.

*

Momento imaginado


Influenciado por la lectura de Bajo el volcán, de Malcolm Lowry, por un momento me imagino un atardecer en Quauhnahuac. Un atardecer dulce como una fruta tropical, con el sol ansioso de esconderse. Imagino los zopilotes volando en círculos a gran altura, recortados en negro bajo el cielo todavía azul. Veo los inexistentes autobuses de la ruta Zócalo-Tomalín. El viejo Volkswagen Golf aparcado frente a un edificio con revoque de color amarillo. Los climatizadores del supermercado vecino rugiendo a toda máquina. La penumbra de la alcoba bañada en aquella maravillosa luz anaranjada. No me veo haciendo el amor, porque, como dijo Cortázar, “él nos hace a nosotros”. Me imagino el amor haciéndonos a nosotros, conformándonos en carne y alma como solo uno solo.

miércoles, 12 de febrero de 2014

Trozo de una vieja carta de amor 2


De amores y miedos

Para JRI, el amor de mi vida...

Hace casi 30 años y medio, unos meses después de mi cumpleaños número 20, de regreso en México tras un viaje a Europa y una estancia de dos semanas en Barcelona, inicié una correspondencia -cartas de papel que viajaban en sobres aéreos sobrevolando el Atlántico- con mi primer amor.

Entonces tenía el anhelo de atreverme (según la RAE2. prnl. Determinarse a algún hecho o dicho arriesgado. No se atreve a dar el salto. No se atrevió conmigo.), pero no pude. Los miedos pesaron más y reculé.

Hoy la vida me ofrece otra vez la oportunidad de ser valiente: Busqué y encontré a aquel primer amor, guardián celoso de nuestras cartas y de nuestra historia durante tres décadas, hombre, amante, amigo y compañero dispuesto a volverme a dar la mano y seguir el camino que se nos quedó trunco. Yo recordaba haber citado las palabras de Silvio Rodríguez en alguna de mis cartas de juventud. Él conservó la carta y me mandó el trocito:


Hoy repito mi aspiración, de nuevo en su compañía, y agradezco -a él y a la vida- desde lo más profundo de mi corazón.

Aquí, otra vez también, Silvio cantando "Óleo de mujer con sombrero":


lunes, 10 de febrero de 2014

Invitado: Oliverio Girondo


Todo era amor

¡Todo era amor, amor!
No había nada más que amor.
En todas partes se encontraba amor.
No se podía hablar más que de amor.
Amor pasado por agua, a la vainilla,
amor al portador, amor a plazos.
amor analizable, analizado.
Amor ultramarino.
Amor ecuestre.
Amor de cartón piedra, amor con leche
lleno de prevenciones, de preventivos;
lleno de cortocircuitos, de cortapisas.
Amor con una gran M, con una M mayúscula,
chorreado de merengue,
cubierto de flores blancas.
Amor espermatozoico, esperantista.
Amor desinfectado, amor untuoso,
amor con sus accesorios, con sus repuestos;
con sus faltas de puntualidad, de ortografía;
con sus interrupciones cardíacas y telefónicas.
Amor que incendia el corazón de los orangutanes,
de los bomberos.
Amor que exalta el canto de las ranas bajo las ramas,
que arranca los botones de los botines,
que se alimenta de encelo y de ensalada.
Amor impostergable y amor impuesto.
Amor incandescente y amor incauto.
Amor indeformable. Amor desnudo.
Amor, amor que es, simplemente, amor.
Amor y amor, ¡y nada más que amor!


sábado, 8 de febrero de 2014

Invitado: Jaime Sabines


Yo no lo sé de cierto...


Yo no lo sé de cierto, pero supongo
que una mujer y un hombre
un día se quieren,
se van quedando solos poco a poco,
algo en su corazón les dice que están solos,
solos sobre la tierra se penetran,
se van matando el uno al otro.

Todo se hace en silencio. Como
se hace la luz dentro del ojo.
El amor une cuerpos.
En silencio se van llenando el uno al otro.
Cualquier día despiertan, sobre brazos;
piensan entonces que lo saben todo.
Se ven desnudos y lo saben todo.
(Yo no lo sé de cierto. Lo supongo.)



[Aquí recitado por el propio poeta.]

viernes, 7 de febrero de 2014

Tres momentos barceloneses


*

Desde el avión, de noche, veo la costa barcelonesa iluminada... Tú estás ahí, desde siempre. Lo sé, aunque lo haya olvidado un instante...


*

Suena el teléfono. Contesto. Camino por la calle, amor, me dices. Paseo junto a ti, cielo, te respondo. Juntos en el ensanche...

*

Conduces por la ciudad, cámara en mano. En los altos, haces fotografías para mostrarme cómo te acompaño en tu peregrinar. Soy  feliz...

*

jueves, 6 de febrero de 2014

Invitada: Fernanda Garduño


Corazón. 
(Tenía ganas de escribir esa palabra y aquí las palabras adquieren tanta textura. A veces siento que las estoy pronunciando).
Corazón. 
Corazón.
Corazón.


martes, 4 de febrero de 2014

Invitado: Javier Roselló Iglesias


Momento 8

Hace 30 años, exactamente 30 años, siete meses y un día. Una estación. Un tren nocturno. Una despedida tristísima. Tú ibas camino de un aeropuerto, porque regresabas a tu casa, muy lejos de allí. Al otro lado de un océano. Yo subí al tren a ayudarte con la pesada maleta. Allí en el pasillo del coche azul… nos miramos angustiados por la despedida… y me diste un recuerdo… seguramente lo que tenías más a mano… Era una conchita de peregrino de barro cocido, un recuerdo de Santiago de Compostela. Todavía no nos habíamos confesado nuestros sentimientos. Nos abrazamos y nos dimos un par de besos en la mejilla. Turbado, no me atreví a darte el beso con el que había soñado tanto aquellas últimas horas. (Un par de meses después, cuando por carta te confesé la historia del beso, dijiste que entonces sí que habías sentido en tus labios, “como un pedazo de realidad”, aquel beso de la estación).

lunes, 3 de febrero de 2014

domingo, 2 de febrero de 2014

Momentos 5 y 6


*

J: Es impresionante. Tú ves el sol que ya no veo, pero el mismo que yo veía hace un rato...

*

A: En una punta de la luna creciente dejo un beso que llegue hasta ti en la otra punta de la misma luna.
*

sábado, 1 de febrero de 2014

Momento 4


"Estábamos sentados en el suelo", me platicas, "apoyados contra la pared". Al día siguiente nuestros caminos se separarían e intentábamos prolongar la despedida. De esto hace más de 33 años. Yo tenía 17; tú, 26. Nos habíamos conocido hacía unas cuantas semanas. Algo intuimos entonces.

(Ignorábamos las vueltas que nos haría dar la vida para encontrarnos de nuevo, desencontrarnos y volvernos a encontrar.)