Me da no sé qué dejar pasar este día sin escribir nada, así que escribo.
Como el diccionario de la RAE no define ni el sustantivo "maestro" ni el verbo "enseñar" con demasiada inspiración, para mi gusto, me fui al Merriam-Webster, donde el sustantivo "teacher" me llevó al verbo "teach", con propuestas interesantes que traduzco en verde al lado de la definición en inglés y con el ejemplo en anaranjado:
transitive verb
1
a: to cause to know something ocasionar que alguien sepa algotaught them a trade les enseñó un oficio b: to cause to know how ocasionar que alguien sepa cómois teaching me to drive me está enseñando a manejar c: to accustom to some action or attitude acostumbrar a alguien a alguna acción o actitudteach students to think for themselves enseñar a los estudiantes a pensar por sí mismos d: to cause to know the disagreeable consequences of some action ocasionar que alguien sepa las consecuencias desagradables de una acciónI'll teach you to come home late te voy a enseñar a llegar tarde a casa 2
: to guide the studies of guiar los estudios de
3
: to impart the knowledge of impartir el conocimiento de teach algebra enseñar álgebra 4
a: to instruct by precept, example, or experience instruir por precpeto, ejemplo o experiencia
b: to make known and accepted hacer que algo sea conocido y aceptadoexperience teaches us our limitations la experiencia nos enseña nuestras limitaciones 5
: to conduct instruction regularly in llevar a cabo instrucción regularmenteteach school enseñar en la escuela
Me parece que estas propuestas cubren un rango bastante amplio de lo que un maestro puede hacer. Quien me viene primero a la mente es mi maestro espiritual, Dzogchen Ponlop Rinpoché, cuyas acciones cubren estas 6 acepciones y más. (Gracias, Rinpoché, por tu guía constante, tu paciencia, tu sabiduría, tu humor, tu sonrisa.)
Y desfilan también por mi mente varias maestras y maestras de la escuela donde pasé 15 años, desde el kínder hasta la prepa. Hoy nombro a unas cuantas y seguro me dejo algunas en el tintero: Miss Evangelina (que me enseñó las reglas de acentuación en español), Miss Nancy (que nos leía cuentos maravillosos en inglés), Miss Demy (Dimitrula, que siguió alimentando mi amor por el español), Miss Jackie (que siguió alimentando mi amor por el inglés), Miss Rull (que me hizo enamorarme de la literatura en lengua española), Mr. Hendricks (que me enseñó a amar la literatura estadunidense), Miss Bodossian (que me enseñó a amar la literatura inglesa), Miss Tobyanne (que además de geografía, me abrió los ojos y la conciencia social), Miss Esmeralda (que me enseñó a mecanografiar y a usar taquigrafía, 2 habilidades que apoyan aún mi quehacer como escritora y traductora).
Luego vino la carrera: recuerdo a Raúl Ávila (maestro de fonética y fonología), a Armando Pereira (de novela hispanoamericana) o a Juan Miguel Lope Blanch (de etimología) y su esposa Paciencia Ontañón, que no me acuerdo qué clase me dio. Quizá más duraderas y profundas han sido las enseñanzas de mis maestros de escritura: Isabel Cañelles (la primera) y Eloy Tizón (en el máster fallido) y junto a ellos mis compañeros de escritura: Joana, Jaime, María Loherr, Atalanta. Parecen de otras vidas, pero hay trocitos (más grandes o más pequeños) de cada uno, de cada una, en mis palabras. Y aquí entran también tantos alumnitos con los que he compartido vida y espacio (que valgan Natalia, Ximena, Fernanda, Toño, Ian, Abril, Mony, Paula, como representantes de tantos otros: ¡gracias a todes!)
Y claro, más allá de los maestros formales, están mis papás y mi abuela Rosa que me enseñaron en positivo y en negativo, o sea, cosas que decidí adoptar y otras que decidí rechazar. Mi tía Olga, que me enseñó sobre todo el poder del cariño. Mi hijo, que ha sido un espejo donde me he encontrado con lo mejor y lo peor de mí, pero un espejo que con paciencia y amor me ha permitido trabajar en mí misma y cambiar y ser cada vez más abierta, más tolerante, más compasiva, aunque a veces me cueste. Y junto a mi hijo, en este camino de conocerme y soltar y cambiar y traspasar mis límites y buscar nuevas formas, he tenido la fortuna de encontrarme con mi comadre (María Eugenia), con mi nuera (Yare), con mi sobrino (Runs) y con amigues de ahora (como Frida, como León, como Sara o Ángeles) y amigues de antes (como Linda, Blanca, Natasha, Pilar, Jessica, Ángela, Miguel Ángel, Francisco, Claudia). Mis amores y exes también han sido mis maestros y maestras (Adrián, Staci, Deepak, Javier, Rafael, Horacio, Susana) y, sin duda, mis hermanes en la sangha (Marisa, Néstor, Elena, Olivia, Perla, Erica, Geo, Lourdes, Beatriz, Stephanie, Lee, Allyn). Y seguro que hay nombres que se me escapan (lo siento).
También quienes me han agraviado (o por quienes me he sentido agraviada) han sido mis maestras y maestros, aunque hoy prefiero omitir los nombres en esta categoría, que igual a veces se sobrelapan con la categoría de quienes me han querido.(O sea, nuestros "amigos" y "enemigos" no son sólidos ni tienen una existencia inherente. Nosotres tampoco.)
Y he tenido, claro, maestros más que humanos: mis gatas (Ñaña y Khandro), nuestra perra (Xunca), el Popo y la Izta, el calor de estos días y el frío que conocí aquel año nuevo en Lyon, la pandemia y el confinamiento, los sueldos precarizados y mi coche Antuanito o los mosquitos que me atacan como helicópteros en estas noches que parecen de verano.
Hoy dejo la enumeración hasta aquí, sorprendida (la verdad) de lo que este 15 de mayo me ha hecho contactar. Y como muestra de agradecimiento sentido, nos dejo a maestros y alumnas, que al final somos todes, este cempasúchil extemporáneo y su sombra (de una maceta de doña Pina bajo la celosía de su patio interior): pasajeros, inasibles, brillantemente aparentes y sin embargo vacíos, como todo...