viernes, 31 de mayo de 2024

aleatorio, random pues 3

Escucho el sexto concierto de Brandeburgo de Bach en El Coleccionista. Me conmuevo y lamento, lamanto tanto, que le hayan quitado una hora al coleccionista en una universidad cuyo lema es "Por una humanidad culta". Me sana tanto la música clásica. Me acompaña. Me recuerda a mi papá, en buen plan.

Cuando anoche abrí el segundo cajón de la cocina, el de los cubierto grandes para guisar, me encontré un artefacto (no hay como la palabra gadget en inglés, que me recuerda tanto a Dasha, que los amaba) que lleva conmigo toda la vida, bueno casi toda mi vida adulta, desde que me mudé al número 7 del número 149 de la calle Petén. Fue un regalo de mi primo Jose, a quien hace añísimos que no veo. Quizá me lo dio en su casa, donde transicioné (verbo que la RAE no consigna aún en su diccionario) antes de irme a mi propio lugar. 

Helo aquí en 2 vistas, al derecho y al revés, por decirlo de algún modo.





No tengo nombre para el artilugio en cuestión, que tiene forma de trapecio raro. Lo llamo "el coso ese para aflojar las tapas", que es su uso principal, por lo menos en mi casa. El hueco dentado de forma triangular redondeada (por decirlo de algún modo) que ocupa la mayor pate de su cuerpo sirve, pues, para aflojar tapas de frascos de mermelada, de miel, de pepinillos, de tahini, e incluso de botellas de plástico como la del Tonicol o de agua mineral. El largo del hueco permite ajustar muchos tamaños diferentes y todo es cuestión de tomar el frasco o botella en cuestión con fuerza, poner el coso ajustándola según el tamaño y girarlo, cuando menos un poquito. Es increíble como un poco de esfuerzo logra el cometido. Cuando era niña, alguien me enseñó a aflojar las tapas con la bisagra de una puerta, colocando entre la puerta y su marco el frasco o botella. Funciona, pero suela dañar la propia puerta o la pared.






Nunca pensé que fuera a usar tanto el mentado artefacto. Jose ni debe acordarse de él. También se pueden destapar botellas con corcholata (chapa, dirían de aquel lado del mundo), o sea, es un abridor (abrebotellas dirían). Con el pico afilado que tiene del revés, se podrían hacer agujeros en latas, como las de leche Clavel, por ejemplo, aunque creo que nunca lo he hecho. (Ahora todo es abre fácil). Y el agujero en forma de cuadrado que tiene en la base era para aflojar algún tipo de tornillo en antiguos tanques de gas (tampoco lo he usado nunca, pero mi primo me lo explicó cuando me lo regaló). Uno de los lados del trapecio tiene una serie de hendiduras que ya no tengo idea para qué sirven. (Nunca las usé.) Y, como se puede ver, al derecho lleva la marca de una de las cervezas más típicas de México. (Quizás se lo regalaron a Jose por su fidelidad.)

Y también traigo a este aleatorio, como al primero de la colección, un viejo texto que escribí durante el coronaconfinamiento en Madrid hace ya 4 años.
Se titula "Cosas que extraño de mi tierra".
Era un día de morriña (Del gallegoport. morrinha.
1. f. coloq. Tristeza o melancolía, especialmente la nostalgia de la tierra natal.):

  • Que la gente te diga "salud" cuando estornudas. Te dé las gracias cuando haces algo digno de agradecerse. Te pida disculpas cuando te hayan hecho algo que amerite disculparse.
  •  Las flores amarillas como el sol que se apoderan del mundo, de la tierra, de las grietas en las calles, cuando llega el otoño y paran las lluvias. Sobre todo los cempasúchiles silvestres y el pericón.
  • El canto de los gallos, en casa de mi comadre o en Tepoztlán, por ejemplo
  • Los tacos al pastor (y eso que no soy tan aficionada)
  • Que cuando esté nublado haga frío y cuando haya sol, no

Faltaron muchas, claro.
Creo que tenía la intención de irlo completando y luego salimos del confinamiento y me puse a otras cosas.
Igual puedo seguir la lista en otro día aleatorio.
Hoy, para cerrar, una foto en picado de mi Khandro, uno de los seres extrañados entonces, en modo fetal dentro de caja de cartón. 











Recuerdo cómo cuando deambulaba por casa de Ana, tenía la sensación de que algún gato, negro o calico, se me iba a cruzar en el camino. O imaginaba colas donde no las había.
Ya hace tanto de aquello...


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