martes, 31 de agosto de 2010

Invitada: Linda Werner


Nuestra amistad


Caben en ella tantas cosas... pláticas ricas, conversaciones sobre literatura, hijos, amores y desamores, y tanto risas como lágrimas. ¿Qué más puede uno pedir?

domingo, 29 de agosto de 2010

De niña, mi abuela me leía un cuento que me encantaba. Era la historia de tres príncipes, hermanos, enamorados de su prima Nuruniar. Para conseguir la mano de su amada, el rey les propuso una competencia: Debían partir a tierras lejanas y quien trajera de regreso el regalo más original tomaría a Nuruniar por esposa. El hermano mayor se hacía de una alfombra voladora y el menor, de una manzana con la propiedad de sanar a quien estuviera en el lecho de muerte. Sin embargo, a mí me fascinaba el hallazgo del hermano intermedio: unos canutos de marfil que, al colocarse frente a los ojos, permitían ver en ese preciso instante a la persona amada sin importar dónde estuviera.

Del resto del cuento ya no conservo detalles. (Sí recuerdo que, gracias al uso conjunto de los tres objetos, los hermanos pudieron salvar la vida de su prima -quien en su ausencia había enfermado de gravedad- y su situación volvió a ser la misma que antes del viaje.) Pero ese profundo anhelo de poseer los canutos de marfil y poder ver a quien amo me acompaña
desde entonces. La primera persona cuya presencia quise conjurar así fue mi tía Olga. Ella pasaba las vacaciones de verano con mi hermano y conmigo para luego volver a su casa, dejándome con un hueco en el alma y un nudo en la garganta. Al paso de los años, el recuerdo de los canutos vuelve a mi vida de vez en cuando, cada vez menos, pero siempre intenso.

Hoy, pensándote, volví a ser esa niña que sólo quiere constatar que ahí estás, que no te has ido, que aún me quieres. Claro que los canutos no proporcionaban ninguna garantía sobre los sentimientos de los seres amados; no obstante, la mera posibilidad de verte ante mis ojos, de saber qué haces e imaginar cómo te sientes sigue siendo un alivio añorado, un truco más de mi mente y de mi corazón que aún no logran rendirse ante la incertidumbre y confiar, sin recelos, en la relativa y efímera verdad de tu amor.

viernes, 27 de agosto de 2010

Amistad 8

Cuando llamas a mi casa y te atiende la contestadora, ya no dices tu nombre sino un simple "Hola, soy yo". Y yo ya sé quién eres.

jueves, 26 de agosto de 2010

Despertar

El día amanece dorado. Los árboles se abren paso entre la bruma. Y los pájaros apenas cantan: parecen aguardar el desenlace.

domingo, 22 de agosto de 2010

Tormenta

Los truenos envuelven mi casa, precedidos de enormes chispazos. El cielo se quiebra con cada estruendo. Mi corazón se acelera. Recuerdo cómo de pequeña corría a esconderme al cuarto de mi abuela. Hoy estoy sola y me pregunto si alguno podría meterse por la ventana.
Los cristales vibran. Me hacen falta tus manos. La lluvia, constante al fondo, no llega a ser un consuelo.
Hace años pensé en explicarle que mi intensidad era un mero reflejo de estas tormentas tropicales. Hoy ya no le hablo más. Hoy hablo conmigo.
Una tijerilla camina por el cristal de la ventana de la sala, arrastrando tras de sí gotas de agua, hasta encontrar refugio en el marco de la ventana.
Los truenos se alejan; queda sólo lluvia, y luces en el cielo.
La vecina barre su balcón. Se debe haber inundado. Sacude la escoba entre los barrotes de su reja.
Yo bebo mi té casi a oscuras.

Amistad 7

Un par de blusas, un par de zapatos, un par de plumas iguales
Los hemos comprado juntas o nos los hemos regalado
Nuestros parecidos y nuestras diferencias siguen siendo una sorpresa

sábado, 21 de agosto de 2010

Después de nadar, me preparé una pizza y me eché en el sofá a ver esa película que tanto te gusta. Recordé cómo la soledad no tiene por qué tener gusto a ausencia.

miércoles, 18 de agosto de 2010

Los rayos iluminan el cielo.
Encienden las ventanas de nuestra casa.
Y en tus ojos destella la tristeza.

martes, 17 de agosto de 2010

Acostada junto a la alberca 6

Percibo el latir de mi corazón a través del bañador.
Percibo cómo la piel entre mis pechos comienza a arrugarse.
Percibo tu ausencia, como el reflejo de un sol nublo en el fondo del agua.

lunes, 16 de agosto de 2010

Tu honestidad me golpea como una cachetada.
Me hace perder el balance.
Me despierta.
Me muestra la certeza de tu amor.

Quisiera llorar sin detenerme.

sábado, 14 de agosto de 2010

Tus manos, ramas de bambú:
Evidencia del paso del tiempo
Promesa cumplida de amistad

martes, 10 de agosto de 2010

Hoy duermo con la ventana abierta, a pesar de la lluvia.
Así, se riega mi sueño y me empapo de ti.

domingo, 8 de agosto de 2010

Pequeñas mariposas amarillas
Revolotean en cada curva
Abriéndonos el camino de regreso

miércoles, 4 de agosto de 2010

Acostada junto a la alberca 4

Mientras el sol me entibia la piel

Escucho el río, crecido por las lluvias
Los motores d
e autos y motos
Unos lejanos, otros más cerca
Alguna bocina despistada o iracunda

Y aguardo tu llegada
for the Contemporary Guitar Ensamble
Vortex of sound
One vibration
No self at the center
No self outside
48 strings
Notes traveling in circles
One sole journey
Bliss within
Bliss without
80 fingers
One smile
One concentration
No difference
Between me & you
No difference
Between you & us
A thousand melodies
One meditation
16 hands
One body
One mind
No difference
8 guitars
Silent communion


martes, 3 de agosto de 2010

para dpr

Cuando temo no volver a encontrar un verso, me recuerdas que el presente es una fuente inagotable.
Como el canto de esa ave, renovado en cada instante, y el de aquélla, que parece responderle, sin segundas intenciones...

lunes, 2 de agosto de 2010

De joven, cuando tomaba el metro en la Ciudad de México, inventaba juegos para distraerme en los trayectos largos. Por ejemplo, imaginaba cómo sería el mundo si no hubiera círculos, o cuadrados, o triángulos. Entonces no sabía que lo inexistente eran los hubieras...

domingo, 1 de agosto de 2010

Amistad 6

Una amiga niña llegó a verme con un tenis de un modelo en un pie y uno diferente en el otro. Me contó que ella y su mejor amiga habían intercambiado zapatos para seguir acompañándose después de decir adiós. Tú y yo tenemos pies de tamaños muy diferentes, así que no podríamos seguir su ejemplo. Pero decidimos comprarnos el mismo modelo de blusa, del mismo color, para usarlo el mismo día... Convencida de que relacionarse así pertenecía a un pasado lejano, más anhelo que realidad, hoy me sorprendo disfrutándonos y sonrío.