La calle principal de Ocotepec se llenó ayer de manchones amarillos: ramos de flores de pericón o cruces hechas de flores (unas más pequeñas para el auto, otras más grandes para la puerta de entrada a la casa). Dicen que la noche del 28 el diablo anda suelto y hay que protegerse. Yo recordaba que mi abuela Rosa colocaba una de esas cruces en el portón de su casa una vez al año. El amuleto permanecía ahí durante 12 meses, secándose y llenándose de polvo. Al año siguiente, era reemplazado por uno fresco. Su olor penetrante y dulzón se había quedado en algún lugar de mi memoria. Desde que me mudé a Cuernavaca y me encontré otra vez con las cruces, retomé la tradición cada septiembre. Ayer, no me pude detener en Ocotepec, así que seguí camino a Tepoztlán y en la carretera me econtré un puesto solitario, con una cubeta llena de flores y unas cuantas cruces, muy sencillas, a su lado. Me detuve y pregunté el precio. "Qué baratas", le dije a la señora que había ido a cortar el pericón al monte y que cruzaba un manojo de ramas verdes con puntas amarillas sobre otro, atándolos con un hilo de plástico blanco. "Es para que diosito nos proteja, no para hacer negocio", me contestó con una sonrisa y los ojos brillantes. Entonces recordé la intención del ritual y me las llevé, también con una sonrisa. Mi hijo y yo las colocamos, una en el cofre del coche y otra en la reja del departamento. Hoy, la calle principal de Ocotepec ya no vestía de amarillo, pero la señora del puesto donde ayer nos detuvimos seguía allí en la mañana, esperando quizá para ofrecer protección a algún despistado que se hubiera olvidado de la fecha.
miércoles, 29 de septiembre de 2010
Impermanencia 2
Los manchones rosados del cielo duran apenas unos instantes.
El amanecer se disuelve en la brillantez del sol.
Tu sonrisa se vuelve llanto.
Las lágrimas desaparecen.
Mi angustia será certeza.
Y se desvanecerá.
Bendiciones disfrazadas de condena.
El amanecer se disuelve en la brillantez del sol.
Tu sonrisa se vuelve llanto.
Las lágrimas desaparecen.
Mi angustia será certeza.
Y se desvanecerá.
Bendiciones disfrazadas de condena.
viernes, 24 de septiembre de 2010
miércoles, 22 de septiembre de 2010
sábado, 18 de septiembre de 2010
Instrucciones para ver llover
pensando en Cortázar
Asegúrese de estar situado en la latitud y longitud correctas, ya que no en todo el planeta llueve en la misma época del año. Una vez que haya confirmado sus coordenadas, eche un vistazo al cielo. (No confíe en los servicios meteorológicos. Por un lado, su margen de error es bastante elevado y, por otro, le quitan la inspiración a cualquier buen aguacero.)
Las nubes que aseguran un chaparrón digno de ser visto suelen ser de color gris oscuro, como la panza de algunos burros, aunque conservan indicios del brillo solar entre su tejido de agua. Es frecuente que las acompañe un viento, ora suave, ora violento, cuya temperatura oscila entre fresca y fría. Su piel, sobre todo aquellas regiones expuestas al medio, será el mejor termómetro. (Evite taparse en exceso. El riesgo mayor no pasa de ser un resfrío.)
Finalmente, elija la ventana desde la cual se dispondrá a disfrutar del espectáculo, suponiendo que prefiera ver llover y no mojarse. Se sugiere una abertura de buen tamaño, quizá la de un balcón o una terraza, siempre y cuando las persianas estén levantadas y no obstaculicen el camino de su mirada.
Cuando el lapso entre los rayos y sus correspondientes truenos sea mínimo, considere que se ha dado la tercera llamada. Abandone cualquier otra actividad, concentre sus sentidos en las cortinas líquidas que empiezan a caer del cielo. Y no olvide nunca abrir su corazón. Si no, la lluvia no podrá lavarle el alma.
Si por alguna razón la tormenta lo sorprende acostado en su cama, no es preciso que se levante. Escuche el tamborileo de las gotas sobre los cristales, sobre los techos de los autos, sobre los adoquines del piso. Permita que la lluvia entre por sus oídos y escurra por sus mejillas, como si llorara sin proponérselo.
Asegúrese de estar situado en la latitud y longitud correctas, ya que no en todo el planeta llueve en la misma época del año. Una vez que haya confirmado sus coordenadas, eche un vistazo al cielo. (No confíe en los servicios meteorológicos. Por un lado, su margen de error es bastante elevado y, por otro, le quitan la inspiración a cualquier buen aguacero.)
Las nubes que aseguran un chaparrón digno de ser visto suelen ser de color gris oscuro, como la panza de algunos burros, aunque conservan indicios del brillo solar entre su tejido de agua. Es frecuente que las acompañe un viento, ora suave, ora violento, cuya temperatura oscila entre fresca y fría. Su piel, sobre todo aquellas regiones expuestas al medio, será el mejor termómetro. (Evite taparse en exceso. El riesgo mayor no pasa de ser un resfrío.)
Finalmente, elija la ventana desde la cual se dispondrá a disfrutar del espectáculo, suponiendo que prefiera ver llover y no mojarse. Se sugiere una abertura de buen tamaño, quizá la de un balcón o una terraza, siempre y cuando las persianas estén levantadas y no obstaculicen el camino de su mirada.
Cuando el lapso entre los rayos y sus correspondientes truenos sea mínimo, considere que se ha dado la tercera llamada. Abandone cualquier otra actividad, concentre sus sentidos en las cortinas líquidas que empiezan a caer del cielo. Y no olvide nunca abrir su corazón. Si no, la lluvia no podrá lavarle el alma.
Si por alguna razón la tormenta lo sorprende acostado en su cama, no es preciso que se levante. Escuche el tamborileo de las gotas sobre los cristales, sobre los techos de los autos, sobre los adoquines del piso. Permita que la lluvia entre por sus oídos y escurra por sus mejillas, como si llorara sin proponérselo.
viernes, 17 de septiembre de 2010
Tormenta 3
Azote de vientos antiguos, rugido de truenos pasados, desgarramiento añejo que hoy destrozas mi calma otra vez, como si el huésped despedido años atrás volviera hoy, sin invitación, a golpear ventanas y revolver lo que encuentra a su paso.
De pronto, la lluvia cesa, se acerca la noche, el sol ya se ha ido y la oscuridad se asienta ofreciéndome un nuevo refugio, húmedo y callado.
El recuerdo de mi propia voz es mi única compañía.
De pronto, la lluvia cesa, se acerca la noche, el sol ya se ha ido y la oscuridad se asienta ofreciéndome un nuevo refugio, húmedo y callado.
El recuerdo de mi propia voz es mi única compañía.
lunes, 13 de septiembre de 2010
domingo, 12 de septiembre de 2010
Revisiting the past
Nudo en la garganta
Dudas añejas
Aburrimiento
Abandono
Ausencia
Angustia
Soledad
Llanto
Temor
Aire
Luz
Tú
Yo
Dudas añejas
Aburrimiento
Abandono
Ausencia
Angustia
Soledad
Llanto
Temor
Aire
Luz
Tú
Yo
viernes, 10 de septiembre de 2010
Invitado: Dzogchen Ponlop Rinpoche
When you do not think in a way that is shaped by hope or fear, you can be present in that particular moment or situation no matter what it may be.
jueves, 9 de septiembre de 2010
martes, 7 de septiembre de 2010
lunes, 6 de septiembre de 2010
domingo, 5 de septiembre de 2010
viernes, 3 de septiembre de 2010
Tormenta 2
El olor a tierra mojada invade el estudio. Cierro los ojos. Siento el retumbar de los truenos en mi pecho y la caricia de las gotas de agua en mis oídos. Respiro profundo y me acuerdo de ti.
jueves, 2 de septiembre de 2010
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