sábado, 13 de septiembre de 2014

"El día que me dijiste"


Como consta en otro lugar, yo crecí escuchando a Chavela Vargas y no solo eso, sino que su voz y su música me han acompañado en mi vida adulta hasta el día de hoy, a veces compartida con otros, a veces en soledad. Hay una canción en especial, grabada en su primer LP ("un disco nuevo ortofónico alta fidelidad, diseñado para tocarse en los aparatos de hoy y mañana", de RCA Victor, sí el del perrito y el gramófono, proveniente de la colección de mis papás), que ha estado conmigo desde siempre y que hoy vuelve a aparecerse.


Primer elepé original de Chavela

Se trata de "El día que me dijiste". Hasta hace poco, la había buscado en internet sin éxito. Hoy volví a hacerlo (amanecí cantándola en mi cabeza) y no solo encontré un video en youtube con la pista original del disco que conservo, sino que, además, encontré información sobre su autor. Hernán González G., en su artículo "Aprender a Morir" en La Jornada del lunes 13 de agosto de 2012 señala que: "Entre las mejores creaciones de Chavela, aunque con discreto arreglo, está El día que me dijiste, fragmento de un bello poema de José María Gurría Urgel, al que la menor de sus hijas, la talentosa escultora Gela Gurría, le puso una intensa melodía."

El día que me dijiste
Pa que negar que te quiero
Se te poblaron los ojos
Con millones de luceros
Equivocados de noche
Equivocados de cielo

El día que me dejaste
Los millones de luceros
De tus ojos se escaparon
Y en mi pecho se metieron
Equivocados de noche
Equivocados de cielo

Hoy camino por el mundo
Llena el alma de luceros
Luceros que equivocaron
La negrura de mi duelo
Con la noche de tus ojos
Y con la noche del cielo

Hace 31 años y un pelín (como todo lo que viene sucediendo hace un rato en mi vida), el 2 de julio de 1983, me empecé a despedir (la despedida despedida fue al día siguiente) de ti y de tu hermana, sí en Barcelona, en el sobreático 1o de la calle París 128, ya no recuerdo si en la recámara que había sido de Pedro Antonio y que luego fue mía por unos días o en la tuya o en la de Mari. Sí recuerdo que con una inspiración surgida de no sé dónde me lancé a cantarles, bajito eso sí para no desentonar más de lo que por naturaleza desentono, dos canciones de mi repertorio íntimo (o sea, de las que solo cantaba para mí misma en la soledad de la sala de mis padres o en alguna noche de insomnio o tarde de azote): esta a la cual vuelvo hoy y "No volveré" de Manuel Esperón (ambas interpretadas por Chavela en ese primer acetato). ¿Por qué las elegí? No lo sé. Quizá simplemente porque me sabía la letra completa y porque ambas aludían al amor y al desamor, temas de los cuales poco sabía en esa época pero que constituían el centro de múltiples fantasías.

Hace unas semanas, ya no sé con claridad si en Portugal o en México (creo que fue acá), te pregunté si te acordabas de aquella tarde y me dijiste que no. Entonces te volví a cantar, más bajito aún, "El día que me dijiste" y quizá lloramos un poco o tuvimos ganas. Siempre que recordaba esta canción, sentía que eras un poco tú quien me la cantaba y esta vez presentí tal vez que en breve sería yo quien te la volvería a cantar a ti. Quizá ahora nos toque a ambos ir caminando llenas las almas de luceros. O quizá podamos volver a darnos la mano.

Para cerrar, Chavela, alguna vez esa "mujer menuda de cuerpo; tan pequeña y esbelta que evoca a un adolecente (sic); morena nerviosa, dotada de una potente voz que ella maneja a su antojo; puede ser desgarrada y vulgar, para transformarse luego en queja, en ruego, en una entrega cuajada de armonías por las que se escapa incontenible el alma de esta mujer a la que no habíamos oído antes", según consta en la contrapartada del disco:




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