Apareció mi primera entrada en este blog (un poema dedicado a mi maestro).
Aún llevo la cuenta. Y celebro. Celebro este espacio, reflejo de mí misma, de tantos otros y de mi camino.
Hoy hace siete meses fue la última vez que nos escuchamos la voz.
Aún llevo la cuenta. Pero ya la perderé. Algún día. Espero.
Que en realidad los momentos no duran.
Los alimentamos, como quien echa leña al fuego, y así nos lastimamos.
Y entonces suelto. Otra vez. Vuelvo a soltar.
Y de pronto quedan aún ganas de llorar.
Pero pasan.
Como el camino.
Y hoy estoy de celebración. Entre los montecitos que aparecen cada año a orillas de la carretera en esta época. Después de la cosecha. Los mismos cada año. Recuerdos de infancia.
Siempre nuevos.
Siempre fugaces.
Como la vida.
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