Cuando el llanto me dio un respiro, me di cuenta de mis expectativas. Cuando pude afrontarlas, las empecé a soltar, con el profundo dolor de reconocer ese anhelo tantas veces perseguido en el lugar equivocado. Entonces te vi con más claridad. Pude ser más genuina y encontrarte de nuevo, confiándote mi vulnerabilidad, pidiéndote un abrazo. Ahora te vuelvo a dar las gracias.
La amistad, la verdadera amistad, siempre tuvo y vestirá un cuerpo y un alma 10. A veces incluso, 1000.
ResponderBorrarDb.