sábado, 5 de marzo de 2011

víctima-victimar-victimaria

1. f. Persona o animal sacrificado o destinado al sacrificio.
2. f. Persona que se expone u ofrece a un grave riesgo en obsequio de otra.
3. f. Persona que padece daño por culpa ajena o por causa fortuita.
4. f. Persona que muere por culpa ajena o por accidente fortuito.

¿Y luego? Podríamos jugar a una prueba de opción múltiple: ¿Y para usted qué significa ser
víctima?

Yo lo fui cuando sufrí daño a manos de alguien más. Eso fue un hecho. Sin embargo, no es tan fácil como alegar inocencia o casualidad. Toda persona herida por otra tiene alguna responsabilidad (el derecho y la obligación de responder) sobre lo que en su vida acontece; de lo contrario, le sería imposible dejar de ser objeto de sacrificio, abandonar el papel de víctima y pararse sobre sus pies y enfrentar el mundo.

Cuando esa persona blanco de un ataque se amolda demasiado al nicho incómodo pero seguro de su condición, deja de vivir su vida y se concentra en el cobro constante con una actitud de pretendida superioridad moral y más temprano que tarde esta conducta la lleva a revertir su papel: Sin darse cuenta, o aun peor, creyéndose poseedora de la razón absoluta, empieza a victimar a quienes tiene alrededor, en especial a los más cercanos. Es decir, esgrime la factura que la vida le debe humillando, despojando, insultando o simplemente despreciando: Ha nacido una victimaria. Quizá la parte más triste de la historia sea que esa victimaria está tan atrapada en su estado y tan falta de conciencia sobre él, que dificílmente podrá liberarse del yugo que le impide conectarse genuinamente con otras personas.

Yo me pasé muchos años de mi vida lamentándome, autocompadeciéndome, culpando a otros hasta que tuve la enorme fortuna de darme cuenta de ello, gracias a la intervención amorosa -y a veces no tanto- de varios terceros. Hoy continúo en pie de lucha, ya no con violencia sino con gentileza, para seguir soltando ese viejo disfraz de víctima que me guiña el ojo al menor descuido. Hoy sigo intentando dejar de hacer o de pedir sacrificios. Muchas veces me resulta, pero cuando me descubro victimaria, trato de no cobrármelo demasiado caro, respiro profundo, me disculpo y lo vuelvo a intentar.

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