Cuando A leyó el relato de F sobre el anochecer del 4 de abril, se le llenaron los ojos de lágrimas. No sabe bien por qué. Quizá fue la mezcla de intensidad y dulzura de las palabras de su amiga o simplemente la franja rosada del cielo. (Añoró las caricias de las nubes sobre los cerros.) Deseó también haber podido sostener los hombros de F y ayudarla a cargar su mochila, para que no dejara un rastro de llanto sobre el camino entre su casa y la de B. Y le hubiera gustado poderle regalar una promesa a cambio de la que el viento le robó: El olor a tierra mojada, por leve que sea, es augurio de arcoíris venideros y de futuros amaneceres.
"El olor a tierra mojada, por leve que sea, es augurio de arcoíris venideros y de futuros amaneceres..."
ResponderBorrarQue bella reflexión, y que bellas las palabras que le ponen voz Adela.
¿Formará esto parte de un todo? pongamos...una novela?
Un abrazo Adela,
Db.