Catorce acepciones propone la Real Academia para esta breve combinación de cinco letras. Quién lo diría. La más simpática, sin duda, es la que hace referencia a un "movimiento de la danza española, que se hace levantando un pie con violencia y bajándolo después naturalmente". Al otro extremo de la diversión nos encontramos con la "falta, carencia o ausencia de alguna cosa o persona que se echa de menos". No estoy segura que esto describa la sensación que tengo en el pecho desde hace algunos días. Quizá se trate de la "cavidad entre las costillas falsas y los huecos de las caderas", pero la verdad es que ni siquiera se me había ocurrido que existía una palabra (la misma que hoy nos ocupa) para describir un espacio que suena más como imaginario que existente.
Ahora bien, si usamos el mismo vocablo para referirnos a un "abismo, precipicio o altura considerable" y nos imaginamos asomándonos a ese lugar, con esa mezcla de atracción y miedo que tales espacios suelen producir, entonces podremos estar más cerca del sentimiento que intento, con poco éxito, describir.
"Hueco, o falto de la solidez correspondiente", reza la cuarta definición. Y me pregunto cuál será la solidez que corresponde a qué o a quién. O sea, tampoco me ayuda a plasmar mi sentir.
Escucho, mientras sigo hurgando, un disco de guitarra barroca. Tal vez el vacío que siento en el ánimo es como la vibración de una guitarra cuando una de sus cuerdas se revienta...
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