para Santiago
"No se enoje, jefa, no pasa nada", me dijo un limpiaparabrisas sonriendo. Yo recién le había espetado un repetido "no gracias, no gracias, no gracias" cuando él y su compañero intentaron limpiarme el vidrio delantero de mi coche mientras esperaba yo, impaciente, a que el semáforo se pusiera en verde.
Mi hijo, que iba de copiloto, se limitó a sonreír discretamente con cara de "te lo dije".
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