Esta
mañana la niebla se cernía ominosa sobre mi balcón, sobre los autos en
el estacionamiento, sobre el techo del supermercado al otro lado de la
barda, sobre los árboles de la barranca, borrados casi del
todo. Hacía un frío húmedo, de ese que cala hasta los huesos. Al cabo
de un rato, ambos -el frío y la niebla- se dispersaron con el viento y
con un sol de rayos tímidos.
Comenzó la temporada de lluvias.
Que lindo amiga, tu poesía incluso más que tus fotos me transporta a esos lugares que quiero y extraño.¿Aún tomas mate al menos en mi nombre, o ya no te queda yerba con sabor a naranja?
ResponderBorrar...desde el invierno del cono sur te digo, sos la única que puede sentir ese frío que cala los huesos en Cuernavaca! para mi se te quedo pegado de otra vida...
Mi corazón anduvo recorriendo, tu casa, tu vereda y tu balcón y me dejó una gota de sal, sobre esta, extraña para ustedes, madera rojiza, algarrobo, emblema de Chaco adentro...