Paradoja podría también llamarse esta entrada. Como dirían los académicos de la RAE: Idea extraña u opuesta a la común opinión y al sentir de las personas. Aunque ya no lo seguirán diciendo en la próxima edición de su diccionario (lástima, me parece una definición tan precisa), encuentro que estas palabras aluden justamente a lo que el texto de Whyte me hizo pensar. Pareciera que quien ama -en el sentido más amplio del verbo- está condicionado a esperar una retribución por su acción y cuando no la obtiene, deja de hacerlo, empieza a odiar, a reclamar, a decepcionarse, según su propio entramado mental y emocional. Condicionado sea quizá la palabra clave. Si depende de lo que obtenemos a cambio, ¿es amor?, me pregunto. Tal vez incondicional, lo que se dice incondicional, sea un ideal difícil de alcanzar, pero tal vez abrirnos a la posibilidad de que el mero hecho de amar nos transforme para poder recibir lo que de otra manera seríamos incapaces siquiera de ver es un riesgo que vale la pena correr.
"Enamorarse o estar enamorado es una invitación para la valentía y la generosidad donde un reintegro inmediato fácil no parece evidente, donde lo que se da solo puede ser recibido por la persona en la que de hecho nos convertiremos a través del amor en sí."
*Puedes leer el texto completo aquí.
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