domingo, 24 de febrero de 2013

Duermevela

Más allá de que procede de "dormir" y "velar", lo cual no resulta difícil colegir, las definiciones que la RAE propone de este término son bastante sosas (o sea, carecen de gracia y viveza), por decir lo menos.

"Duermevela" resuena a oxímoron, a estar en dos lugares al mismo tiempo, a no saber si la palabra nos gusta o nos parece horrible, como a mi amigo Horacio, a quien va dedicado este textito.


A mí "duermevela" me encanta. Me sabe a oportunidad, a indefinición, a espacio. A la posibilidad de un encuentro continuado -ya va por los 25 años, ¡la mitad de mi vida!- a pesar de los relativos obstáculos de la vida. Siempre podremos ser más amigos y vernos para comer y platicar y visitarnos con mayor frecuencia. Así es la duermevela.


También me encanta porque me permite conmoverme, suspenderme o maravillarme con algo imprevisto, o sea, recibir una sorpresa cuando un amigo comparte conmigo lo que le acaece en su duermevela. Quién me diría cosas tan lindas si no fuera por ese lugar entre el sueño y la vigilia, me pregunto yo. Quién me podría confortar un poco el corazón...

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