Momento 8
Hace 30 años, exactamente 30 años, siete meses y un día. Una estación. Un tren nocturno. Una despedida tristísima. Tú ibas camino de un aeropuerto, porque regresabas a tu casa, muy lejos de allí. Al otro lado de un océano. Yo subí al tren a ayudarte con la pesada maleta. Allí en el pasillo del coche azul… nos miramos angustiados por la despedida… y me diste un recuerdo… seguramente lo que tenías más a mano… Era una conchita de peregrino de barro cocido, un recuerdo de Santiago de Compostela. Todavía no nos habíamos confesado nuestros sentimientos. Nos abrazamos y nos dimos un par de besos en la mejilla. Turbado, no me atreví a darte el beso con el que había soñado tanto aquellas últimas horas. (Un par de meses después, cuando por carta te confesé la historia del beso, dijiste que entonces sí que habías sentido en tus labios, “como un pedazo de realidad”, aquel beso de la estación).
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