lunes, 19 de mayo de 2014

Dos momentos barceloneses


por Javier Roselló Iglesias

Dos cafés en la Plaza Real. Uno de hace veinte años, el otro de hace apenas tres días. El primero fue un café triste: un reencuentro convertido en despedida. Un café amargo, muy amargo, con regusto angustioso a un adiós definitivo, de aquellos que ya no tienen enmienda ni retorno. El otro, hace solo tres días, fue un café que sirvió para ahuyentar, por fin, los demonios que desde hacía dos décadas anidaban en la Plaza Real. Esta vez, nos recobramos.

Dos cafés en la Plaza Real. Uno amargo y otro dulce. Y los dos sin azúcar.

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