confianza.
(De confiar).
esperanza.
Y, sí, a veces el diccionario de la RAE me sigue sorprendiendo con propuestas que me ayudan a ponerle palabras a lo que siento y no sé explicar con claridad. ¿Qué hacer cuando hay días raros y nos sentimos vulnerables? Confiar. ¿Qué hacer cuando la comunicación cambia y nos sentimos inseguros? Confiar. ¿Qué hacer cuando se dispara la tristeza y nos sentimos desesperanzados? Confiar.
¿Confiar en qué? En nosotros mismo, para empezar. Conectar con ese estado de ánimo en el cual aquello que deseamos se presenta como posible. Aunque, pensándolo mejor, más que eso es conectar con la certeza, o con cierta certeza, de que en el continuo fluir de las cosas, con su inevitable incertidumbre, cada momento podemos inhalar y exhalar y comprobar que seguimos vivos.
Y poniendo esto en práctica me lancé a nadar. "A la piscina", dirías tú. "A la alberca", dije yo. Di varias vueltas y a cada momento inhalaba y exhalaba. (No se puede hacer de otra manera, ¿verdad?) Y también en cada vuelta te pensaba. Recordaba, con imágenes, con sensaciones, que estás de nuevo en mi vida, que estoy de nuevo en la tuya, que nos queremos y que, aun a la distancia, estamos juntos.
Y al salir del agua y tenderme al sol, en la barranca próxima el sonido del río cargado de lluvia me invitó a soltar las dudas, las inseguridades, los miedos y dejarlos ir en su corriente cierta y contundente, como lo que sentimos tú y yo el uno por el otro, hoy...
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