Tú me miraste cuando yo era un mendigo, tú me miraste así, cuando estaba sin nadie. Cuando pensé morir tú me miraste, y eso fue para mí volver a casa: aquella noche tú me invitaste a entrar y entonces me miraste.
Tú me miraste. A lo lejos se escuchaban los chirridos de los tranvías lisboetas. Pero nosotros no los escuchabamos. Y entonces nos miramos a los ojos, mientras desenvolviamos nuestros regalos...
Instrucciones para desempaquetar los regalos: puedes hacerlo muy lentamente, disfrutando de cada segundo, o rasgando el envoltorio con energía, casi compulsivamente. Da igual el procedimiento. Siempre será un momento dulce.
Tú me miraste. A lo lejos se escuchaban los chirridos de los tranvías lisboetas. Pero nosotros no los escuchabamos. Y entonces nos miramos a los ojos, mientras desenvolviamos nuestros regalos...
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