¡Qué bichos más fascinantes estos! Porque supongo que este ser que me encontré en el jardín de mi consultorio el sábado pasado cumple cabalmente con la descripción de un insecto: cuerpo dividido en cabeza, tórax y abdomen; un par de antenas y tres de patas —eso seguro—. Lo de la respiración traqueal está más allá de mis posibilidades y supongo que tendría alas, aunque no llegué a verlo volar.
Este ostentaba, además, esa suerte de membranas coloridas y translúcidas en las patas traseras. Sin duda, un espécimen digno de la imaginación más creativa.
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