Aviso:
La palabra pareidolia no está en el Diccionario.
Esto me encontré cuando consulté a la RAE. (Quizá algún día el término encuentre su lugar ahí. Uno nunca sabe.) Entonces hube de recurrir a google para enterarme de lo que se trataba (y cumplir con un reto más del grupo de fotografía). Y el hallazgo fue interesante.
Wikipedia explica aquí que se trata de un fenómeno psicológico donde un estímulo vago y aleatorio (habitualmente una imagen) es percibido erróneamente como una forma reconocible. Es decir que la pareidolia (derivada etimológicamente del griego eidolon (εἴδωλον): ‘figura’ o ‘imagen’ y el prefijo para (παρά): ‘junto a’ o ‘adjunta’, según consta en el mismo lugar) va más allá de simplemente "observar rostros humanos en cuerpos inanimados" (como señalaba un integrante del grupo), sino que alude a un fenómeno mental muy común (descrito con mucha precisión en las enseñanzas budistas sobre la mente y su funcionamiento) que consiste en proyectar etiquetas sobre aquello que interpretamos según unas cuantas pistas y nuestra propia visión y experiencia (muchas veces cristalizada en forma de prejuicios), o sea, algo que hacemos todo el tiempo.
Quizá lo más peligroso es que tendemos a creernos esas etiquetas proyectadas y actuamos como si fueran reales y sólidas. Y para muestra, el mundo nos ofrece hoy millones de botones, encabezados por el presidente de nuestro vecino del norte. Por otro lado, también nos da la oportunidad de reconocer ese patrón en nosotros mismos (que no es privativo del hombre anaranjado). Una vez reconocido, podemos empezar a trabajar con él para transformarlo y eventualmente soltarlo. Entonces empezaremos a ver las cosas como son, no como quisiéramos que fueran o como nos aterra que sean.
Pero en fin, más allá de la digresión, sí que me encontré una imagen simpática tomada hace algunos años (junio del 2013) en el jardín de la casa donde tengo mi consultorio. Ya cada quien proyectará su historia particular o simplemente sonreirá:
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