o crónica de una función
Todo empezó a raíz del terremoto del pasado 19 de septiembre, cuando fui a un albergue en Cuernavaca para ver cómo podía colaborar y coincidí con una familia de Guadalajara (y anexas) que recién se había mudado a Cuernavaca. Compartíamos la misma necesidad de volver a encontrar el centro y de ayudar a otros a lograr lo mismo. Entonces ellos nos contaron sobre la práctica de los teatros de participación que, muy en resumen, consiste en un teatro donde las historias las cuenta el público y los actores las van representando, mediante una variedad de formas tomadas de diferentes corrientes teatrales (psicodrama, teatro playback, teatro del oprimido, teatro espontáneo).
Pero había un problema: Su compañía estaba en Guadalajara. Pues hagamos una compañía aquí, sugerí, y a la semana nos estábamos reuniendo para tomar los talleres que nos habilitarían para dar función en una comunidad. Así, un grupo de más conocidos y menos conocidos e incluso desconocidos se convirtió en "Los Cuánticos", y en el camino nos amigamos también, claro.
Después de cuatro o cinco talleres, donde aprendimos las técnicas contando nuestras propias historias y experimentando en carne propia los efectos de un teatro así, nos reunimos con cierta regularidad a ensayar (calentar, contar más historias, representarlas, afinar detalles y seguir trabajando con nosotros mismos). Luego hicimos un ensayo de función, invitando cada quien a sus amigos, para ya contar historias de otros. Con un público dificilón, poco comunicativo pues, salimos adelante, con todo y el chico que a cualquier pregunta que le hacía la coordinadora de la función, respondía "normal".
Y entonces llegó el gran día: la primera función en una comunidad de verdad. Gracias a los contactos de un amigo del grupo, nos fuimos ayer a Ocoxaltepec en Los Altos de Morelos (pasando Yecapixtla y Ocuituco y Jumiltepec). Está a 12 kilómetros del Popo, muy cerca del Estado de México, y su nombre significa "cerro arenoso donde hay ocotes". Tiene una población de poco más de 1,000 habitantes, que sufrieron mucho durante y después del temblor.
Yo he de confesar que tenía resistencias, o sea, básicamente miedo de no dar el ancho, pero, por fortuna, acabó ganando mi sentido del compromiso que se convirtió, además, en un enorme disfrute.
En Ocoxaltepec nos recibió otra familia, con quien resultó que existían lazos desde hacía mucho tiempo, así que fue más bien un reencuentro. Comimos delicioso. Platicamos. Sacamos fotos. Seguimos comiendo. Seguimos platicando y así hasta que nos fuimos a la Ayudantía Municipal a caldear, o sea, prepararnos para la función. Y ahí descubrí que el Popo iba a ser también testigo.
Ya eran más de las 5 y solo estaba una señora con su bebé en brazos y un niño pequeño revoloteándole alrededor. Hay festival en la primaria, nos dijo, y acaba de empezar. Uy, pensamos, pero un par de cuánticos nos lanzamos a invitar a la gente que andaba por ahí, algunos de los cuales nos dijeron que venían para acá, pero como no había nadie...
Poco a poco fueron llegando más, sobre todo mujeres, pero algunos hombres también. Y muchos niños chiquitos. Hasta los del festival de la primaria, varios duendes entre ellos, se nos unieron a medida que pasaba la tarde y empezaba a anochecer. Y nos contaban historias.
De todo. Hasta tuvimos al hermano del niño "normal", el niño "nada". Y le representamos su "nada", claro que sí. Y representamos historias de piñitas decoradas y vendidas, actividad típica de la zona, de mariposas cansadas pero contentas, de sorpresas y sustos, terremoto incluido, casas caídas, y de ir retomando la vida de nuevo. Bueno, hasta el cumpleaños de una de nuestras relatoras festejamos.
aquí Los cuánticos en pleno, a través del lente de un amigo |
Y, al final, tuvimos pan dulce y el mejor ponche que yo haya tomado jamás (amarillo clarito y con menos sabores mezclados que el "tradicional"). Y con la adrenalina de la función, ni el frío sentíamos. La sensación de falta de sentido en la vida que me venía haciendo sombra hacía unos días, se había ido disipando y se desvaneció por completo cuando un par de señoras mayores se acercaron a despedirse de nosotros y nos agradecieron por haberlos hecho reír y por haberles quitado las amarguras... Y volveremos después de reyes, a instancias de ellos, claro.
Que increíble! !! Ya no hay forma de unirse al grupo? Me.encantaría. Besos
ResponderBorrarSería padrísimo que te unieras, Susi. Habría que hacer una serie de talleres para que te entrenaras; veamos el próximo año. Besos de vuelta.
BorrarQué bonito lo cuentas y qué envidia.
ResponderBorrarTe extrañamos muchisisísimoooooooooooooooo. Pero ya quedamos en volver en enero :)
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