A propósito de esta palabra/idea, la RAE (y que conste que hace un rato que no la visito ni la gloso) dice:
Del lat. silvestris.
1. adj. Dicho de una planta: Criada naturalmente y sin cultivo.
2. adj. Dicho especialmente de un lugar: Agreste, inculto o no cultivado.
3. adj. Dicho de un animal: No domesticado.
Además, el diccionario consigna 24 frases más de diferentes plantas y animales "silvestres", desde higuera, lechuga o mejorana hasta asno, gallo o paloma.
Y también hay miel "silvestre": la que labran las abejas en los huecos de los árboles o las peñas. O en varios países latinoamericanos —Bolivia, Cuba, Ecuador, El Salvador, Guatemala, México, Nicaragua y República Dominicana— la que labran en los árboles unas avispas negras del tamaño de las moscas. (Quién lo diría.)
Yo creo, también, que lo silvestre es lo que se cuela en nuestras vidas sin que nos demos cuenta.
A hurtadillas.
Como jugando a las escondidillas.
Lo que no necesita de cuidados especiales. Ni de preocupaciones.
Y está ahí.
No matter what.
Aquello que se aparece en nuestras vidas cuando vemos más allá de una pantalla.
Con una atención abierta y relajada.
Como las flores en el campo.
Que ni volteamos a ver.
Y siguen creciendo y secándose y volviendo a crecer.
O las que toman por sorpresa los estacionamientos y me reciben cuando voy a pagar el teléfono.
Discretas a veces. Otras, excesivas.
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