Cada año que escojo algunas flores para celebrar el cumpleaños de mi mamá (84 esta vez, el día de santa Cecilia, como siempre), me pregunto si le gustarían. Y cada año reconozco que no lo sé. Pero lo cierto es que ya no se lo puedo preguntar. Desde hace 14 años que ya no se lo puedo preguntar, aunque en realidad creo que nunca pude.
Hoy escojo este crisantemo (creo que es un crisantemo) que fotografié hace unos días en el Jardín Borda en Cuernavaca. Me gusta que esté de espaldas, que sea rosa y que se abra hacia el cielo. Ojalá a mi mamá le gustara. Si lo pudiera ver.
Tampoco sé si le gustaría saber que cuando me enfermo, me sigue haciendo falta (quizá más que en otros momentos), sobre todo porque a ella le costaba mucho acompañarme cuando yo no estaba bien.
Este año, ya entrado el otoño y después de una gripa al final del verano, me ha agarrado una tos, que va para su quinta semana (aunque por fin parece que se despeja). En algún momento de estos días, mi hijo me sorprendió diciéndome: "Ahora no has llamado a tu mamá", como diciendo "No estás tan grave". Pero mi anhelo de ella siempre está ahí, en el fondo, en la tristeza que, dicen los médicos chinos, se expresa a través de las enfermedades de los pulmones.
Y he llorado, por muchos motivos y muchos sinmotivos, he expulsado flemas de vidas pasadas y, otra vez, he salido adelante. Y Santiago y yo hemos superado otra crisis, pues a él también le cuesta verme enferma (como también le pasaba a su papá). (Algo habré de trabajarme por ahí.)
Y hoy pienso a mi mamá, la extraño y me reconcilio un poco más con su ausencia, pasada y presente.
Te quiero, ma.
Amiga abrazos apachurrados al corazón. Te extraño
ResponderBorrarYo a ti. Salgo de viaje el viernes 30 a la presentación de una antología con otro cuento mío. ¿Nos vemos antes?
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