domingo, 1 de diciembre de 2019

Llueve en Madrid



Lo sé por las gotas en el cristal de la ventana del despacho. Porque aquí la lluvia casi no hace ruido. O muy poco.

Cae silenciosa.

También es cierto que estoy en un sexto piso. Que los vidrios de las ventanas son dobles. Y entonces solo cuando el toldo, recogido en esta época, deja escurrir las gotas sobre el quicio, las escucho. Ahí se van juntando con unos golpecitos sordos que, al principio, no identificaba. Ahora empiezo a distinguirlos. A veces. Y me asomo por la ventana para verificar el fenómeno. La calle está tan lejos y la lluvia es tan fina, aun cuando está tupida, que no se oye caer sobre el pavimento.

Y entonces la palabra tropical adquiere un sentido más profundo .
Porque vengo del trópico y allá las tormentas son ampulosas, frondosas, exageradas. Espectaculares, vamos.
Y más cuando los truenos hacen retumbar las paredes de mi casa.

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