martes, 17 de diciembre de 2019

t i m i d e z


La cualidad de «tímido», por supuesto, según el DLE. Y de ese adjetivo, dice lo siguiente:

tímido, da

Del lat. timĭdus.

1. adj. Temerosomedrosoencogido y corto de ánimoU. t. c. s.

Yo no estoy muy de acuerdo con esta definición. Me parece que, por un lado, tiene un tono despectivo y, por el otro, se queda bastante corta.

Yo he sido tímida toda la vida. Incluso ahora, cuando no se me nota (tanto). Ser tímida ha significado cierta dosis de miedo, sí, pero ese mismo temor, producto de una diversidad de vivencias tempranas, más que dejarme un ánimo corto, me lo ha fortalecido. Más que dejarme encogida, me ha permitido expandirme.

Es cierto que muchas veces me da taquicardia antes de hacer una intervención en público, pero también soy capaz de montar una función ante mis alumnitos de secundaria (¡los extraño, chicos!). 

Y en Madrid, fuera de mi zona de confort (más de lo que me habría imaginado), he podido enfrentar (y sobreponerme) a la timidez. Una vez más. Quién diría que ir a por unos huevos rotos, en el bar de abajo de «casa» podría ser tan difícil (y tan gratificante).








Cuando supe que Ana, «mi anfitriona», se iba unos días a Florencia, me organicé para comer fuera una de los platos típicos de aquí: papas (patatas, más bien) fritas con huevos estrellados (o sea, fritos también) y rotos sobre las papas. Los había probado hace tres años y me encantaron. Eso sí, me costó pasar dos o tres veces delante de la puerta del bar, y dos viajes de ida y vuelta hasta la esquina, antes de decidirme a entrar, pedirme una caña (cerveza en vaso) y el plato en cuestión. Además, no llevaba ni libro y celular (móvil) no tengo, así que apechugar sentada en la barra acompañada de mi incomodidad y, luego, disfrutar del platillo que venía acompañado de catsup y una salsa naranja, un poco picante, deliciosa. (Luego supe que se trata de salsa brava). 


Al final me pedí un café con leche (todavía no aprendía lo del «cortado corto de café») y misión cumplida. Salí feliz: satisfecha con la comida y con la sensación de haber ganado una batalla, pequeña, pero una batalla al fin y al cabo.


Antes de volver a la calle (y al mundo) con una suerte de timidez triunfal, hice esta panorámica desde la barra del sitio:

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