Las pasadas dos o tres noche, a manera de despedida antes de irse a dormir, Ana ha declarado: «Un día menos», con una mezcla de resignación y alivio, parece. Desde la primera vez, su declaración me resultó perturbadora. Y anoche le pregunté: «¿De cuarentena o de vida?» y entonces quien se perturbó fue ella, claro. «No lo decía en ese sentido», explicó, pero ya estaba dicho.
Y es que un día menos de cuarentena, o un día menos a secas, es un día menos de vida. Un día más cerca de la muerte. Así son las cosas, no es cuestión de optimismo o pesimismo.
Esto me llevó a pensar cómo nos cuesta, en efecto, vivir en el presente. Solemos estar deseando que las situaciones terminen (la época de exámenes, las fiestas de fin de año, los días de frío, los días de calor, la lluvia...) y mientras esperamos (y nos quejamos) la vida se nos va. Porque si John Lennon ya dijo (más o menos) que la vida es lo que sucede mientras hacemos planes, el coronavirus me ha hecho ver que la vida también es lo que sucede mientras esperamos a que algo pase o se termine.
Y lo que se termina es la vida misma.
Un día menos.
Esta pandemia me muestra cómo vivir y disfrutar con felicidad el presente. Gracias Adelita!
ResponderBorrarTodo un reto y toda una oportunidad, Olguita... Gracias a ti por estar.
Borrar