Cosas que suceden en mi ventana 4
- Una nube, al filo del atardecer, parece la vía láctea.
- Temo desarrollar agorafobia y no querer volver salir a la calle nunca. (O quizá todos nos volvamos agorafóbicos como lo es la socieded que pintó Isaac Asimov en la serie de novelas, las primeras de robots, protagonizadas por Elijah Baley y R. Daneel Olivaw. También es posible que solo nos tornemos claustrofílicos, como se supone que era el propio Asimov.)
- Tres gorriones pasan volando, como si nunca se hubieran ido.
- Se vuelve a nublar. (La primavera en Madrid me parece tan impredecible como el coronavirus.)
- Llueve sin hacer casi ruido. (Aquí la lluvia se intuye más que escucharse.)
- Desaparezco, cuando emprendo el circuito de marcha, que comienza en el despacho, sigue por el salón (si Ana no está viendo la tele), continúa por el vestíbulo y llega hasta la cocina (si Ano no está guisando). Y reaparezco ciento y tantos pasos después cuando rehago el trayecto a la inversa, librando los mismos obstáculos: la silla del vestíbulo, la mesa del salón y la mesa del despacho. (A veces todo el acto dura 10 minutos, a veces 15 y, si estoy inspirada, media hora.)
- Me doy cuenta que todos, en mayor o menor medida, estamos de duelo. Y lo estaremos más. Y lo seguiremos estando durante bastante tiempo por venir. Y se me anuda la garganta.
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