domingo, 17 de enero de 2021

Invitada: Jetsunma Tenzin Palmo


Los placeres sensoriales y las cosas deseables son como el agua salada:


Entre más los saboreamos, más aumenta nuestra sed. 
Abandonar con prontitud todos los objetos que suscitan apego, 
Es la práctica de un bodhisattva.


El Buda mismo dijo que la avidez [avaricia] es como el agua salada: entre más bebemos, más sed tenemos: aun si nos bebiéramos el océano entero, seguiríamos teniendo sed. Por supuesto que esto nos lo ha mostrado nuestra moderna sociedad de consumo. La gente ahora tiene tanto, más allá de lo que podrían haber imaginado aun hace 50 años y, sin embargo, siguen sin estar satisfechos. Aferrándose sin parar y ¿para qué? 

El punto es que todo se vuelve contraproducente después de un rato. Conseguimos un auto y es tan emocionante, pero el segundo auto es, de algún modo, menos interesante. Para cuando llegamos a nuestro quinto o sexto, ¿a quién le importa? Solo nos queda preocuparnos de dónde estacionarlo. Pero aunque entre más saboreemos, más aumenta nuestra sed, este deseo tiene beneficios decrecientes. 

Siempre tenemos la esperanza de recuperar ese sentido inicial de satisfacción. Hay un momento en que sentimos un placer real y luego desaparece. Como el helado, que es delicioso, pero si seguimos comiendo, nos sentimos enfermos. Tras el momento inicial de placer, la sensación de satisfacción disminuye, así que entonces probamos algo diferente y siempre algo más.  





















Comentario sobre Las 37 prácticas de un bodhisattva.
Original en inglés, aquí.
Traducción al español, mía.

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