lunes, 8 de febrero de 2021

pensando en Graciela

Estoy casi segura que hoy es, o sería, el cumpleaños de Graciela, la abuela paterna de mi hijo, única entre los 4 abuelos con la que Santiago convivió. (Se quisieron mucho.)

Graciela fue, pues, mi suegra. En alguna época la tildé de exsuegra, pero con el paso del tiempo el prefijo me acabó sobrando. Es la única suegra que he tenido y lo fue incluso cuando su hijo y yo ya nos habíamos divorciado. La recuerdo en su lecho casi de muerte, agradeciéndome mi labor como la mamá de Santiago. Y yo le agradezco ese reconocimiento.

Nuestra relación fue bastante buena. Se había iniciado cuando fui muy amiga de su hija, Graciela también, y ninguna sospechaba que emparentaríamos más adelante. Años más tarde me casé con su hijo, cuando ella ya era viuda y había sobrevivido una tragedia familiar, con una fuerza inconmensurable y un humor a prueba de balas. Nos quisimos bien y también tuvimos esa especie de rivalidad, que parece inevitable entre suegra y nuera. Recuerdo que, a veces, se refería ella a mí como "suegrita" y yo le recordaba que, en realidad, la "suegrita" era ella.

Durante la época posterior al nacimiento de Santiago, el apoyo de Graciela fue vital y su presencia, incondicional. Pasado ese tiempo, seguimos conviviendo como "familia", con altas y bajas, con constancia y con cariño. Perderla tras el divorcio fue tan doloroso como inevitable, supongo. Por fortuna la vida nos dio la oportunidad de cerrar nuestra historia antes de que fuera demasiado tarde.

Yo creo que fue ella quien me regaló esta foto en que aparece de niña vestida en traje regional. La conservo con cariño y cuelga en una de las paredes de mi casa.



Ojalá, suegrita, hayas encontrado o estés en camino hacia un espacio de felicidad y libre de sufrimiento.

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