Era sábado. Había día de trabajo en la casa-comunidad donde vive mi hijo. ahora y me invitaron a comer. Mientras le echaba la mano para trasplantar unos arbustos, me encontré con una primera libélula posada sobre la reja que divide el área de la alberca del resto del jardín. Estaba súper quieta, como petrificada. Pensé que no tendría tiempo de ir por mi cámara, pero Santiago me dijo que lo intentara. Cuando volví, la libélula parecía haberme estado esperando. Le hice varias fotos. Esta fue la primera (que muchas veces suele ser la mejor):
Después, me di cuenta de que había dos. Me dejaban acercarme mucho sin inmutarse. Creo que nunca había visto sus ojos tan de cerca. Incluso alcanzaba a ver sus pupilas. Hice fotos de la que supongo era la segunda libélula y me pregunté si en realidad nos mirábamos. Si en realidad nos comunicábamos. No lo sé.
Acá la imagen de la segundo modelo, con el jardín de fondo.
(Mi camarita rosa es una maravilla...)
Con qué criaturas tan extrañas compartimos el mundo, pensé, como sacadas de una película de ciencia ficción.
Me encantaron y la suma de la camarita con la mujer talentosa que la carga también. Abrazos
ResponderBorrar