jueves, 21 de julio de 2022

sueño 30.


Hace varios días ya , casi una semana quizá (durante la segunda sesión del Instituto de Verano Nitartha), tuve un sueño:

Estaba en un lugar que era mi departamento y a la vez no lo era (claro). Se sentía como mi casa y, al mismo tiempo, los espacios eran angostos, reducidos, un pelín claustrofóbicos. También podía haber sido una habitación de hotel o sus pasillos. Quizás. Había esa sensación de ser un huésped pasajero. Y llovía (supongo) porque el agua se metía por todos lados, pero, sobre todo, entraba a raudales, a ríos, por las paredes, desde el techo hasta el piso. Y yo me preocupaba. Quería detenerla. Ver por dónde entraba. Hacer algo. Pero no podía y, sin embargo, la inquietud no aumentaba. Extrañamente. El agua seguía entrando y deslizándose por las paredes, pero algo estaba bien. Esto lo sabía por la compañía de Mitra Lee, maestra de meditación y compañera en el camino hacia el despertar. No recuerdo haber hablado con ella, pero su presencia me daba confianza, contenía mi miedo. No sé si fue en el propio sueño (o en la duermevela posterior) que, con un halo de lucidez, pensaba que la riada era una inundación de enseñanzas o de bendiciones. 

Cuando desperté, me sorprendió, por un lado, que mi casa fuera más espaciosa. Compartí el sueño con Mitra Lee y dijo que le gustaba el sueño, la riada de bendiciones. Y yo luego pensé que quizá ese lugar —departamento, hotel o lo que fuere— era como mi casa interna limpiándose, mi yo deshaciéndose: un alivio, a ratos agobiante. Como lo es el camino. Qué fortuna no recorrerlo sola. Qué fortuna hacer de la soledad una aliada.


1 comentario:

  1. Santiago comentó en el feis:
    Through the power of the continuous rain of blessings...
    Y yo le respondí:
    Muy cierto, changuito 🐒⛈

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