Cuando surge un pensamiento de odio, no tenemos idea cómo lidiar con él. Dejamos que ese pensamiento crezca y se vuelva más fuerte. Esto podría conducirnos a la larga a tomar un arma y lanzarnos a la guerra.
Todo empezó con un pensamiento, nada más. Observa la sucesión de pensamientos que conducen a un odio franco: los pensamientos pasados estás muertos y desaparecidos. Los pensamientos presentes se desvanecerán pronto. No hay nada que agarrar en ninguno de ellos.
Así que, si examinamos los pensamientos a profundidad, no podemos encontrar nada verdaderamente existente en ellos. Bajo escrutinio, se esfuman como un gran montón de pasto al que se le prende fuego.
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