jueves, 19 de enero de 2023

Sin título 4









Salgo a caminar por el condominio en la mañana, bastante temprano, más de tres semanas desde la última vez. Y el mundo se me presenta nuevo. Fresco. Como si lo viera por primera vez.

Así es siempre, dicen las enseñanzas del Buda, pero cómo se nos olvida. Cómo nos ponemos a proyectar, filtrando a través de nuestras propias historias, en vez de percibir directamente.









Me encuentro aves de panza amarilla, cuyo nombre desconozco. (Solo sé que no son Primaveras). Graznan. Vuelan. Se alebrestan. Y alguna posa junto a las vainas secas de la moringa.


Staci me preguntó hace unos día cómo se sentían las cosas después del viaje que hicimos juntas. Que si estar de nuevo en casa se sentía diferente. Y aún lo contemplo. Aún no puedo poner títulos. Estoy redescubriendo: el entorno y a mí misma dentro (o fuera) de él. Siento que no soy la misma (nunca lo somos, pero no solemos darnos cuenta). Que mis ojos y mi piel viven la vida de un modo sutilmente distinto. Quizá más feliz. Más espacioso. Y se cuelan, también, miedos viejos. Expectativas viejas. Todavía.

Antier, en mi primera sesión de orientación pastoral (pastoral counselling), un espacio para examinar mi vida a través de una lente psicoespiritual, Tom, mi terapeuta/asesor, y yo hablamos del deseo y de cómo llevar a cabo la práctica de soltar estando en este reino. Mi intención, al final de la sesión, fue estar en sintonía con mi cuerpo, mis sensaciones/emociones y pensamientos y desde ahí abrir un espacio para soltar los patrones viejos, las expectativas y los miedos. Easier said than done. Pero ahí vamos.










En el camino de hoy, me encuentro golondrinas tomando el sol. Al son de una sirena, todas emprenden el vuelo, pero a mi cámara no le da tiempo de capturar ese momento de liberación. Quizá tengo que soltar el anhelo de capturar.












Sigo caminando y me asomo por la barda que da al súper, segura de que la araña que había hecho ahí su telaraña, junto a la pared, ya no debe estar. Pero está: otra sorpresa. Es mucho más longeva de lo que pensé. O no ha pasado tanto tiempo. 










Y la Passiflora biflora renace en la barda, a pesar del encono con que el jardinero intentó acabar con toda manifestación de vida que asomara entre las piedras. Ojalá alcance a florear antes de que alguien la vea como enemiga.









Cuando despierto, después de una noche inquieta, una voz me dice: El amor no duele; lo que duele es el apego. Contemplo la enseñanza y noto cómo coqueteo entre la atracción del dolor, el patrón viejo, y la posibilidad de la liberación, la conexión con el espacio a través de la conciencia momentánea presente. Ojalá no se me olvide. Ojalá recuerde que tengo la opción de elegir en cada instante.


2 comentarios:

  1. Muy profundo el tema de soltar!! La siguiente semana tomemos un café y filosofamos, necesito hablar😃

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    1. Tú di rana y yo salto, amiga. También necesito hablar. Esto del amor y el soltar es todo un tema... 🐸

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