Hoy cuando saliste a caminar en la mañana estabas pensando en la "cognición válida inferencial", esa manera que tiene la mente, nuestra mente, de conocer a través de pensamientos con base en alguna percepción directa. Por ejemplo, vas por el pasillo que pasa por detrás de los 3 últimos edificos, donde casi nunca hay gente, y ves que algo se mueve hacia abajo por el muro. Das un respingo de susto, pensando que es un bicho que podría atacarte. Cuando vuelves a ver, te das cuenta de que es la hoja de un arbusto de bugambilia, situado en lo alto de la casa vecina, que se desprendió y llegó al suelo llevado por la gravedad y el viento.
Cuando volviste a tu departamento, viste unas manchas cafés en el piso. Pensaste que a algún vecino o vecina se le había caído el café, el té o algún licuado y pensaste también que qué sucios eran al dejar el suelo manchado. O sea, las meras marcas cafés te llevaron a contarte una historia que hoy ya no te crees tan a pie juntillas como antes, pero que sigue pesando en tu mente, mezclada con la mera percepción de forma y color.
Y recuerdas cuando experimentaste por primera vez, con conciencia, esa cognición válida inferencial. También caminabas de mañana. Llegaste al jardín de arriba del condominio y empezabas a rodear el edifico A sobre el pasto. Mirabas hacia abajo y viste unas cuantas flores de jacaranda, esas navecitas moradas, tiradas sobre el verde. Y pensaste: las jacarandas empiezan a florear. Y pensaste: eso es una cognición válida inferencial. Y volteaste hacia arriba y confirmaste tu inferencia: detectaste un racimo de flores en la jacaranda al borde del jardín.
Y así se recorre el camino marcado por el Buda hacia la iluminación: trabajando con la mente conceptual, disipándola paso a paso, hasta descubrir cómo entre dos pensamientos, hay un Buda, como dijera hace siglos el gran yogui Milarepa.
Y de pilón y porque sí una flor y un árbol de jacaranda:
Son lo mejor de esta época.:
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