ser alguien buen oficial
1. loc. verb. coloq. Tener habilidad o inteligencia en cualquier materia.
Porque todos podemos serlo, ¿no? Además, incluye dos enlaces donde combina el vocablo con "enseñanza" y con "hora".
También señala que hay forma masculina y femenina (oficial, la)* y consigna el origen y la particularidad en el uso del femenino:
Del lat. tardío officiālis 'propio del deber', 'oficioso', 'ministro, oficial'.
La forma oficiala, solo en aceps. 6-8, en las que se usa t. oficial para el f.
Lo que hoy me ocupa aquí, está incluido en la primera acepción:
1. adj. Que emana de la autoridad del Estado. Documento, lengua, noticia oficial.
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Y es que hace ya más de un mes que soy "oficialmente" vieja, o sea, integrante selecta de la tercera edad o persona adulta mayor. Antes de 1979, no habría habido tal oficialización. Y a partir de ese año y hasta 2002 la etiqueta hubiera sido de miembro de la senectud. A mí, en realidad, me gustaba más aquello de INSEN (Instituto Nacional de la Senectud) porque no intentaba endulzar ni esconder la realidad, pero bueno, es indudable la vocación por el eufemismo (definido por la RAE como "una manifestación suave o decorosa de ideas cuya recta y franca expresión sería dura o malsonante": sí, ya sé, da para otra entrada larga, dura y malsonante) que tenemos como sociedad, como si nos protegieran de las cosas como son.
En el momento de su fundación, el instituto pertenecía a la entonces Secretaría de Salubridad y Asistencia Pública, hasta que en el 2002 cambió su nombre a INAPLEN (Instituto Nacional de las Personas en Plenitud), eufemismo en plenitud, y pasó a ser parte de la Secretaría de Desarrollo (no se le fuera a considerar una enfermedad). Ese mismo año se le bajó una rayita al lente rosa y pasó a llamarse INAPAM (Instituto Nacional de la Personas Adultas Mayores), como se sigue llamando hasta el día de hoy, una suerte de pacto entre lo negro y lo rosa.
Yo cumplí 60 años el año pasado, pero entonces me negué a sacar mi credencial del INAPAM, en un intento, vacuo claro, de evitar la llegada al sexto piso. Sin embargo, pedí que me organizaran una fiesta para celebrarla con bombo y platillo. Mi amiga Á hizo lo contrario: sacó su credencial al día siguiente de su sexagésimo cumpleaños (y como se ve mucho más joven, para entrar a un balneario un tiempo después de la pidieron pues no creyeron que ya tuviera esa edad), pero la celebración se le quedó pendiente.
Pues eso, que cada quien hace lo mejor que puede para enfrentarse al paso inexorable del tiempo.
*Aquí uno de los sueños de Christina Onassis, según Joaquín Sabina, ser oficiala en una peluquería (primer lugar donde escuché y bailé el término en femenino, allá en los 80, en mis años de facultad):
Maricruz me comentó en el feis: "Para variar me encantó leerte!! Bienvenida a las maravillas que te esperan!! Yo tengo ya instalada desde 5 años en esta aventura de los 60" y yo le respondí: "¡Gracias, Maricruz, por leerme y por darme la bienvenida a la aventura! Un abrazo fuerte...".
ResponderBorrarY Miguel hice lo propio: "Padrísimo blog. Yo, como tu amiga, ya tengo mi credencial de los viejitos. Sirve para lo que sirve, por ejemplo: ir a más conciertos con el mismo dinero" y yo, también: "Yo también ya la tengo y hasta la uso, Miguel 🙃 Qué bueno que te guste el blog y que me comentes: es lo que le da sentido a escribirlo. Un abrazo.".
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