miércoles, 22 de octubre de 2025

Como casi todas las mañanas...


...desde hace 17 o 45 años, te levantas un poco más temprano que él. Pones la tetera para ti y a él le dejas preparada la cafetera. De otro modo, es incapaz de despertar. Con sendas tazas en mano, se sientan frente a la ventana que da al desierto. Hablan durante media hora, más o menos, de todo y de nada. Es el comienzo de su día juntos. Y te encanta. Supones que a él también. Revisar y aclarar suposiciones siempre ha sido un ejercicio productivo entre ustedes. Contar algún chiste también. Y tomarse de las manos.

Pasados los minutos de costumbre, él se levanta para bañarse, vestirse, acicalarse y marcharse al trabajo. Tú trabajas desde casa, así que no necesitas ningún arreglo especial. (Solo a veces, para alguna videollamada.) Hoy es tu día de meditación y plática virtuales con tu nueva amiga. Y hoy la reunión es más temprano porque ella tiene quién sabe qué cosa con su hijo a la hora en que suelen encontrarse.

Tú le has pedido a él que pase a despedirse a tu estudio y, así, aprovechas para presentarlos. Tarda un poco, pero le pides a ella que tenga paciencia. Finalmente, él aparece. Se acerca a la pantalla. Ella le dice que es un gusto conocerlo y que ha oído hablar mucho de él. Espero que puras cosas buenas, dice él. Casi todas, dice ella. Te ríes con ellos.

Entonces él se despide de la pantalla y se acerca a ti, te besa en la boca, tú le devuelves el beso y se dicen "I love you". Ella se convierte en testigo impensado de este momento de intimidad. Tú no puedes ver cómo se le anegan los ojos...


de la caminata matutina de ella




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