La espuma, perfecta. El color de las tazas, ideal. El contraste entre ambos, justo.
A y F iniciaban así la segunda ronda de capuchinos con crema irlandesa de la tarde. La plática lo ameritaba. Sentadas en el pasillo de otro café de la calle Revolución, intercambiaban palabras, vivencias, sentimientos, miedos, coincidencias.
F: Reconocerse en fragmentos escritos por otra mano es aterrador. (Las palabras no son literales, pero ojalá la licencia poética sea bienvenida.)
A: Es peor (o mejor) que desnudarse.
F: Sí, ya lo había pensado.
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