Ya en otro momento me había dado a la tarea de buscar la definición del verbo reconciliar y hoy vuelve a aparecerse en mi vida. Y dice así "volver a las amistades, o atraer y acordar los ánimos desunidos", citando a la RAE, claro.
"Volver a las amistades" después de 30 años, más en algunos casos y menos en algunos otros. Así fue reunirnos los compañeros a celebrar nuestra salida de la preparatoria hace ya tres décadas. Estábamos quienes nos graduamos y quienes no, quienes pasamos 15 años en la misma escuela y quienes pasaron solo tres, pero se ganaron a pulso el título de "exalumnos de la Moderna", quienes entraron y salieron y volvieron a entrar, quienes simplemente salieron y siguen estando.
"Está igualita (o igualito)." Bueno, quizá un poco de pensamiento mágico, pero el caso es que podríamos reconocernos a pesar del tiempo y, más importante aun, conectar hoy desde el recuerdo de ayer.
"Yo fui tu novia, ¿no te acuerdas?", declaró alguna de nosotras a un caballero recién llegado. La respuesta, "Claro, ¡cómo no!", entre convincente y no tanto.
"Sigues teniendo esos ojitos, tristes" y lo más sorprendente es que un amigo querido de la primaria se acordara de ellos y los describiera, así como recordaba también cómo yo me mecía sentada en la banca de la escuela, con las manos escondidas bajo los muslos y luego no lo dejaba copiar en los exámenes. "¿Y cómo le hará para sacarse puro 10?" Y hasta intentó el truco de las manos bajo los muslos y la mecida para ver si ayudaba. (Luego nos contaron que él también fue "matadito" cuando salió de la Moderna.)
Y con un tequila en una mano y una cerveza en la otra era difícil ver a la niña aplicada. "Eras muy linda; me iba a tu casa y me ayudabas a estudiar", me dijo otra amiga reencontrada. Y luego resultó que teníamos vivencias adultas, de esas para las cuales nadie nos prepara, muy similares. Así como con aquella otra que salió expulsada por "mala conducta" y con quien encontré un canal de diálogo que nunca me habría imaginado.
Y es que resulta que, por fin, somos simplemente personas, que a punto de cumplir los 50 años hemos pasado por experiencias de vida que se encargaron de borrar las etiquetas que alguna vez la famosa Moderna se encargó de ponernos encima. Confieso que de camino a la comida desde mi casa (mi auto, auto de una amiga, carretera, metrobús, café en starbucks y auto de otra amiga) había un dejo de miedo, leve, suave, por las propias imágenes que iba a encontrarme de mí en los demás. ¿Y si no coinciden con quien yo creo que soy ahora? ¿Y si el pasado distorsiona lo que en el presente creo que he llegado a ser? Pues la única manera de responderlas era correr el riesgo.
"Y tú, querido, que me abriste los ojos sobre el primer novio que tuve ya en cuarto de bachillerato." Ahora por fortuna podía darle las gracias al perspicaz colega y reírme de lo sucedido. Así como recordábamos también el juego de ajedrez de tamaño natural donde nosotros éramos las piezas (yo fui torre blanca y alguna de nuestras compañeras llegó montada en un caballo de verdad) mientras otros dos compañeros se disputaban el título montados en las canastas de basquetbol y dando instrucciones a sus piezas en el tablero mediante un micrófono. (Parece de cuento...)
"No sabes cómo me acuerdo de tu presentación sobre Salvador Allende en primero de prepa, hasta me salí de una clase para irla a ver." "Qué bueno que me lo dices; para mí ese fue un año difícil." Conversaciones que se habían quedado en los tinteros de la memoria y para los cuales hoy vuelve a haber palabras y silencios..
Y en cuanto a la segunda parte de la definición de reconciliar, eso de "atraer y acordar los ánimos desunidos", hoy para mí implica acomodar piezas sueltas en mi propio interior para lograr una imagen, que aun cambiante como todo, aparece mucho más balanceada y se enriquece con el reflejo que encuentra en otros ojos, 30 años después, apenas ayer.
Mientras leía podía imaginar tu voz siendo quién lo hacía. Sensibilidad única.
ResponderBorrar¡Qué gusto encontrarte por aquí, Ricardo! Ojalá la próxima sea en persona. Un abrazo grande.
BorrarQuerida Adela, como siempre y mejor que nadie, piensas lo que me gustaría pensar, dices lo que me gustaría decir (y de una forma en la que yo jamás lo podría decir... menos aún con el lenguaje florido que me caracteriza :)!! ) y sientes todo lo bonito que siento pero que no siento hasta que te leo... Como siempre, seguirás siendo una linda inspiración!!! Te quiero mucho, gracias por los años y me encantó verte felizzzz!!!! RE
ResponderBorrarRocío querida: Pues solo gracias a quienes, como tú, leen lo que escribo es que esas palabras (y los sentimientos y pensamientos que pretenden transmitir) adquieren su verdadero sentido. Así que la inspiración, sin duda alguna, es mutua. Yo también te quiero y es una maravilla que sigamos coincidiendo en este camino de la vida.
BorrarSiempre te quise mucho y me siento feliz de este reencuentro, de las coincidencias, de las risas .
ResponderBorrarPor aquí estaré leyendote y ojalá nos veamos pronto.
Querida Andrea: Me encanta que andes por aquí, que nos sigamos reencontrando y platicando. Y, por supuesto, continuemos la celebración de las coincidencias. Te mando un abrazo enorme con todo cariño.
Borrar