Entre la luna llena y la luna nueva, yo me quedo con la nueva. Porque es solo un gajo de luz. Una cuna en la oscuridad. Una uña en el cielo. Una cesta sin asa. Una ce tendida sobre su espalda o acostada bocabajo. Porque recién empieza y no hace alharaca. Porque se asoma apenas y en su hueco negro adivino todo su brillo. Y porque cuando intento fotografiarla con mi camarita rosa, baila y se multiplica.
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