Por supuesto que coincidencia, según la RAE, es la acción y efecto de coincidir. Y coincidir, entre otras acepciones, es:
3. intr. Dicho de una cosa: Ajustarse con otra, confundirse con ella, ya por superposición, ya por otro medio cual-quiera.
Por otro lado, una casualidad, se define como:
1. f. Combinación de circunstancias que no se pueden prever ni evitar.
Algo así me sucedió a mí con una alumna de tercero de secundaria la semana pasada. (O no...)
Resulta que para este trimestre me tocaba a mí encargarme de que los chavos montaran el periódico mural (boletín, le llamo yo), que decora la parte posterior de su salón. Primavera + 14 de febrero era el tema que tocaba (más o menos). Entonces, se me ocurrió que hiciéramos un árbol cuyas hojas estuvieran diseñadas cada una por un alumno. Cada quien incluiría en su hoja una cita, de un autor conocido, sobre el amor o la amistad. El fondo sería azul claro, como el cielo. Y pondríamos flores también, muchas flores.
Aquí el resultado final:
Durante el proceso de selección de las frases, una de las chicas más participativas, colaboró con 4 citas, que leyó en voz alta. Al escuchar la primera, de Pablo Neruda, sentí cómo se me hacía un nudo de recuerdos en la garganta y me daban ganas de llorar. Me contuve. Y me dije ¡qué coincidencia! (Hoy pensé que igual era una mera casualidad.)
El día que ellos hacían sus hojas, les conté, a las dos chicas con quienes compartí banca, cómo un novio que tuve me había compartido (dedicado, quizás) esos versos de Neruda (musicalizados por Ángel Parra). "Ay, miss, te gusta sufrir...", comentó la alumnita que había encontrado el poema. Entonces decidí hacer una hoja yo con esos versos (pues la chica en cuestión había decidido usar otros) y soltar el sufrimiento:
Y vi cómo las coincidencias y las casualidades lo son cuando nosotros les conferimos un sentido, que no les es inherente. Que una cosa se ajuste con otra es una operación mental nuestra, no de las cosas. Y que las circunstancias se combinen también corresponde a nuestra proyección (proyección que sí podemos prever o evitar).
Así, no quiere decir nada que una alumna se tope con unos versos de Neruda, ni que en el AVE a Barcelona ofrezcan una peli alemana protagonizada por el mismísimo Bruno Ganz ni que el compañero de al lado en el tren resulte ser tocayo de aquel novio.
Así, no quiere decir nada que una alumna se tope con unos versos de Neruda, ni que en el AVE a Barcelona ofrezcan una peli alemana protagonizada por el mismísimo Bruno Ganz ni que el compañero de al lado en el tren resulte ser tocayo de aquel novio.
No hay señales.
Solo nuestra opción de elegir aferrarnos o soltar.
Como las hojas que al final se caen y dan paso a otras nuevas.
Y a las flores.
Si las dejamos.
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