Hace un par de días tuve mi sesión de cierre después de seis meses de intercambio compasivo con Isa. A ella no le dije que, en algún momento, había pensando que no tenía mucho caso, pues las cosas ya estaban bien. (Típica paciente. Qué bueno que no me fui con ese impulso. Como terapeuta, de sobra sé la importancia de los cierres.)
Ya en la penúltima sesión, habíamos trabajado con mi naciente (y elusiva) convicción de que sí puedo, para lo cual mandé a volar en una nave especial a una especie de bicho peludo que se había alojado en mi corazón. La nave, además, la configuré a partir de una grabadora inservible, con voces descalificadoras, que se había alojado, ni más ni menos, que en mi vagina. Sí, toda una liberación.
En esta última sesión, además de repasar cómo andaban las cuestiones que me habían llevado a buscar la ayuda de Isa en primera instancia, ella me propuso hacer un combo de tres para cerrar: despedida/anclaje/aspiración. Entonces me vino a la cabeza nuevamente la imagen de un pollito saliendo del cascarón (medio emocionado, medio asustado) 🐣
Al seguir explorando al pollito, el cascarón se abrió y se fue convirtiendo en una flor en cuyo centro me encontré yo, sostenida, feliz y libre. (Misión cumplida.)
Aquí mi versión en paint de mi hallazgo mental:
Para terminar la sesión, me propuso Isa que articulara una aspiración para la nueva etapa de mi vida que está por empezar y esto fue lo que salió:
Que pueda yo permanecer abierta y encarar lo bueno y lo malo/lo fácil y lo difícil
(por decirlo de algún modo)
con sabiduría y compasión.
Gracias, Isa, por tanto.
Madrid, here we go...
Amiga no sabes qué emoción me da, sé una parte de tu camino recorrido, te mereces todo lo bueno como recompensa a la valentía y perseverancia. Abraza con todo estos regalos. Mi corazón se va contigo ❤️
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