vista panorámica |
Aquí la gente no se baña. Ni se da un regaderazo. Aquí se duchan. En unos espacios increíblemente estrechos e incómodos. Dentro de un plato de ducha, que medirá 50 por 70 cm. Exagero. Internet dice: 120 x 70 cm. (Claro que también hay bañeras, nuestras tinas, pero parece que son menos comunes. Yo me duché en una el año pasado en casa de mi amiga Joana en Barcelona.)
La ducha en casa de Ana es una verdadera tortura. (Menos mal que no soy de bañarme diario.) No hay llaves en la pared. Hay una columna de madera con unos discos selectores casi imposibles de mover, peor, claro, si tienes las manos mojadas.
Eso sí, hay por lo menos dos opciones de instrumentos para bañarse: Está la ducha de teléfono, que se descuelga para pasártela por todo el cuerpo mientras haces malabares con la mano libre y el champú y el jabón (que vino de México porque acá todo es gel de ducha). Luego está la ducha de alcachofa, o sea, la fija que termina en esa esfera que nosotros llamamos cebolla. Esta también se ajusta: lluvia o masaje, por ejemplo. Y cuando me decidí a probarla, me sentí más en casa, con todo y las decisiones (demasiadas) que hay que tomar para darse el dichoso regaderazo.
Además, en la columna esa de madera hay unos círculos de los que, se supone, salen chorros para masajear la espalda, e incluso una tablita de madera donde te puedes sentar para disfrutarlos. Yo no me he animado a hacerlo todavía. Ya un logro es poderme secar lo suficiente antes de abrir las dos puertas corredizas y acabar el proceso afuera, donde en realidad no hace frío porque la calefacción del cuarto de baño va a tope y no se puede hacer nada para bajarla (dice Ana).
En fin, que como mr explicaba una paciente hace algunos días, todos estos detalles, aparentemente insignificantes, son los que se juntan para dar esa sensación de estrés o ansiedad conocida como shock cultural o de transición.
Resulta que el proceso de adaptación, cuando te mudas de cultura (por más parecida que pareciera ser a la tuya) consiste en ir enfrentando una serie de topes que, de pronto, llevan a un nivel de insatisfacción que te saca de onda. Luego se pasan y te sientes bien otra vez. Y el proceso se va repitiendo en forma de gusano, es decir, con subidas y bajadas.
No me había detenido a pensar en esos detalles que da uno por sentado y causan ese estrés. Te abrazo mucho.
ResponderBorrarYo tampoco... menos mal que alguien me explicó qué me estaba pasando ;-) Es muy diferente estar en un lugar de visita que de fijo. Te abrazo mucho de vuelta.
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